Por Javier Jaramillo Frikas
Recurriendo a los hechos, parece increíble que el gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu, de sopetón, envíe una iniciativa al Congreso para modificar la Constitución y permita la creación de cuatro municipios más en la entidad, todos con un sello: son de principio a fin indígenas y en cada uno de ellos prevalece su milenario idioma —dialecto sería subestimarlo, en este caso para su historia el dialecto es el castellano, a ellos qué—. Tocamos este tema porque le darán la interpretación que deseen cada quien, que es una decisión populista, que por fin les otorgan el valor de la autenticidad a comunidades puras o no faltará quién lo vea como una cortina de humo que impida la visión a lo que no funciona.
Como sea, es noticia y de impacto. La opinión normal de cualquier morelense que no viva en ellas, es que son referencias importantes y de extracción pura de la raza dueña de estas tierras, pero desde la óptica oficial nunca les han brindado el trato que merecen. El último municipio, el 33, se creó en tiempos del gobernador Armando León Bejarano —que nos dicen goza de cabal salud a los 98 años de edad— y fue Temoac. Poco antes, el pueblo quemó vivos a cuatro sujetos que eran lo mismomadrinas de la policía judicial que cobradores de la Mueblería Cuauhtémoc de la calle Salazar en el centro de Cuernavaca, cuando buscaban por enésima ocasión, extorsionar al brujo o curandero del pueblo. Fue terrible, el primer linchamiento documentado luego de la Revolución del Sur.
Los probables nuevos municipios son Xoxocotla que pertenece a Puente de Ixtla; Tetelcingo que es parte de Cuautla; Cuentepec de Temixco y Coatetelco de Miacatlán. Leemos en el boletín una de las razones que dicen de peso: de acuerdo con el INEGI, en Morelos hay 31 mil 388 personas de cinco años y más que hablan lengua indígena, lo que representa menos del dos por ciento. De cada 100 personas, 14 no hablan español. Las lenguas más habladas en el Estado son náhuatl, mixtecas, tlapaneco y zapotecas.
Y no obstante la geografía morelense, reducida, históricamente compite con cualquier entidad de la República por el simple hecho de parir a personajes como Emiliano Zapata por cuyas venas un alto porcentaje de su sangre es indígena. Oaxaca es un estado que se acerca a los mil municipios, en su mayoría con sobrevivencia, ya no digamos en pobreza extrema. Puebla cuenta con 218 municipios además de una especie de juntas que hacen funciones cuales ayuntamientos lo que nos hace perder la cuenta. Morelos generó la nota cuando nace, hace casi 40 años el Municipio 33 Temoac, pero tenemos desde siempre el reclamo de Xoxocotla que se rige bajo los usos y las costumbres, igual que las tres comunidades indígenas más. O del cercano Tejalpa que centra una población y generación de riqueza mayor que la cabecera municipal de Jiutepec y con excepción de Civac, todas sus colonias juntas. También reclama ser un municipio más.
Todos los gobiernos que recordemos desde niños, claman que no hay morelenses de primera, de segunda y menos de tercera. Sin embargo, la realidad contundente indica que existen y no avanzan. Estos pueden ser ejemplos. Las comunidades indígenas tienen una resistencia histórica. No es lanzar loas a Graco Ramírez, pero se tiene que decir lo que es: ningún gobernante lo había siquiera intentado. Porque eso es, una intención que se oficializa a través de un documento que reciben los diputados. Y estos, tendrán el balón en su campo para decir Sí o No. Nada grato, si entendemos que nuestros paisanos de Cuentepec, Xoxocotla, Tetelcingo y Coatetelco, son de rancias costumbres resistentes. Falta la concreción.
Y para muestra algunos botones que comentamos en una columna publicada en el diario La Unión de Morelos del año pasado:
Hay que ver
Notamos que la construcción de la ampliación de carriles en la autopista la Pera—Cuautla, camina ya en los rumbos de Tepoztlán. Puede ser el trabajo político de buena operación o la razón de la mayoría. No lo sabemos. Lo que si nos consta es que si algún pueblo de Morelos conserva con sus usos y costumbres la actitud digna es el de Tepoztlán. Un abrazo a todos ellos y que su decisión haya sido la mejor. El tema lo indagamos y abundamos, en tanto les dejamos estos comentarios ya aparecidos anteriormente donde mencionamos, nada más, al mejor gobernador que Morelos ha tenido en su historia: Lauro Ortega:
Cuando dicen no, es que no…
Lo expresó un gobernador de Morelos hace unos 27 años: Cuando en los señoríos indígenas, dicen no, es que no. Son varias las experiencias con algunos de estos, digamos Xoxocotla y Tepoztlán, donde se conjuga ya la autenticidad de los oriundos y la llegada de personas de otros lugares que se integran a la misma. No es fácil para un extraño establecerse en este tipo de poblaciones, siempre existen resistencias y, normalmente, su gente es aferrada. Tampoco es fácil convencerlos sea lo que lleva el gobierno un beneficio. Ellos tienen en especial el amor por la tierra, su tierra, y los que los ven de lejos no lo entienden.
Se vive el caso de Tepoztlán con la ampliación de la autopista a cuatro carriles. No es un proyecto de la administración de Graco Ramírez, se hizo hace años con el panista Marco Antonio Adame Castillo. ¿Que si es necesaria? De acuerdo a la recopilación de opiniones de lugareños y vecinos y a lo que pocos medios manejan, la posición de los que se niegan es rotunda. La operación de convencimiento por parte de la autoridad en sus tres niveles no ha sido completa. Las cosas no pueden salir de esquemas elaborados en un escritorio o en uno de esos llamados Cuartos de Guerra. Se hace directamente con los líderes o no funciona. Y existen liderazgos que están de acuerdo con la obra, pero la determinación como se manejan los opositores, avisa que el tema se radicaliza y echar culpas no arregla nada.
Más allá de los compromisos contraídos con las empresas —en este caso parecen ser españolas—, existen raíces en Tepoztlán no sencillas de extirpar. Es parte de su idiosincrasia y lo poseen ancestralmente de generación en generación. Está lo del Club de Golf que casi acaba con el linchamiento de funcionarios estatales que no hicieron ningún trabajo de campo y desde sus oficinas determinaron que era viable. Se engañaron, lo hicieron con su gobernador, también con los empresarios y en Tepoztlan no existe ninguna extensión para ese entretenimiento que a tantos gusta. Se encendieron los ánimos incluso con la misma prensa y solo unos cuantos periodistas entraban. Se instalaron retenes con lugareños armados y revisaban a los que iban de visita o de vacación.
Cuando entra la fuerza del Estado normalmente termina en tragedia. Así fue con Riva Palacio en Xoxocotla que la entonces Policía Rural mató a cuatro oriundos. En efecto, el mandatario acudió a los funerales, con unos cuantos ayudantes y fue agredido verbal y algunos hasta físicamente. Mostró oficio Riva Palacio, pero había cuatro ataúdes en la plaza y la enervación del poblado. Sin remedio.
Nos preocupó que en el Caso Tepoztlán y la ampliación los últimos días, ha subido de tono los reclamos, y ahora los vive el presidente municipal, y de ahí será en escalada. ¿Hasta dónde se va a llegar? Solo con sólidos argumentos y razones del gobierno con interlocutores que se encuentran mentalizados a que no haya ninguna obra, podría abrirse una posibilidad que evite el grave problema. Quién no lo advierta está siendo irresponsable, el que se empecine en llegar al territorio tepozteco sin consenso, entenderá que no era la vía adecuada. Sí, habrá violentas reacciones, y de ambos lados.
No es con guerra de papel o declaraciones a los medios, es directamente con los actores, porque cualquier golpe que asesten a oriundos o los llamados tepoztizos —que han encarnado en muchos de los ideales de los lugareños—. No deseamos ser agoreros, a la vista es necesaria la ampliación, pero se tiene que revisar con atención el costo social y político. Lo del Club de Golf fue el principio del fin del gobernador Jorge Carrillo Olea. Su salida ahí se anunció en 1995, recién llegado. Morelos, desde siempre, ha requerido con urgencia de inversión, pero las actuales condiciones que si son heredadas de la violencia, han generado un giro de 360 grados en los que aquí vivimos.
Bien vale analizar los puntos generales del proyecto y las condiciones sociales y políticas con la gente de Tepoztlán. Hubo un ejercicio donde los números oficiales decían que la población estaba a favor. No conocen que los que se oponen ni siquiera metieron un papel en cualquier urna. Han dicho que no.
Nos remitimos al ejemplo de un hermano del que escribe en el regreso de una visita a amigos a la ciudad de México. Estacionados en El Mirador arriba de La Pera, mostró con la mano derecha el gran paisaje con las luces de la capital: pero vean desde aquellos puntos hasta acá, no hay una sola luz: es la reserva del Texcal, y desde siglos los tepoztecos saben que abajo se encuentra la Gran Cisterna que dota de agua a todos nosotros y a los pueblos del sur de Morelos y el norte de Guerrero. Debiéramos pagarles por ese producto. Ellos son dueños de esa riqueza que nadie les valora. Y en efecto, una vasta zona que todavía permanece asemeja un enorme lago oscuro, tan grande como tres veces la ciudad de Cuernavaca. Nada más. Eso sucedió en el mismo 1995.
Como anécdota que puede parecer simple pero retrata las entrañas de los Señoríos de Morelos, traemos al siempre bien recordado Pepe Castillo Pombo, cuando era diputado federal por ahí a mediados de los años 70. Estuvo en visita de trabajo por Jojutla, Tlaltizapán y Zacatepec. Regresaba al anochecer a Cuernavaca, acompañado por su chofer y un amigo. Justo en una curva apareció un cerdito al que fue imposible evitar su atropellamiento. El político nacido en Tepetates, ordenó detener el auto y bajaron a ver qué sucedió. El animalito yacía inmóvil, muerto. De pronto estaban rodeados por lugareños, unos con machete, otros con enormes palos y no faltaba el que llevaba una escopeta. No hablaban pero se acercaban cada vez más.
Pepe les explicó que era un accidente, se identificó con ellos y ofreció pagar por el cerdito. Tuvieron acuerdo. Su chofer, trató de subir el cuerpo del animal a la cajuela cuando se le iban encima con intención de agredirlo y a gritos. ¡Déjalo ahí, es de ellos!, dijo el político. Y un nativo de Xoxocotla, se limitó a comentar determinado: Pagas su alma, pero el cuerpo es de nosotros”.
Y volvieron a la capital del Estado
Gran parte de la riqueza de Morelos es la identidad de sus pueblos. En algunos lugares lo hemos perdido, eso agrava las cosas. Pero existen, por fortuna, pueblos enteros que traen en sus genes a su pasado ancestral. Tepoztlán está lleno de ello. Por lo tanto, no está por demás avisar que se hace una operación política y social con precisión quirúrgica o la ampliación de la autopista alcanzará a dañar a muchos que trabajan como funcionarios y, si se prende el fuego puede haber pérdidas más que materiales, de las que ya no se reparan. Así que cuidado.