TERTULIA POLÍTICA, Por Pedro Martínez Serrano
Porque en Morelos las oportunidades de empleo y de negocios han desaparecido, salvo para quienes se sirven de la hacienda estatal, concretamente el gobernador, Graco Ramírez; su hijastro, Rodrigo Gayosso; el constructor y empresario poblano de medios de comunicación Armando Prida, dueño también del pasquín Morelos Habla panfleto desde el que se golpea y difama a quienes no coinciden o cuestionan al tabasqueño y su pandilla, como se hace también en Diario de Morelos y La Extra, somos muchos quienes b encontramos oportunidades de ingreso lícito fuera de nuestra entidad.
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Precisamente por lo anterior, ayer estuve en la Ciudad de México, para atender asuntos de la consultoría en la que hago lo que me gusta y, además, me pagan por hacerlo. Sin embargo lo que llamó poderosamente mi atención, es que el desprestigio, los abusos, los excesos en que se incurre desde el gobierno, se conocen ya en cualquier estado del país. Graco es ejemplo de corrupción, de represión, de estupidez, de nepotismo, pero también de lo que no debe hacerse en materia de seguridad pública.
Tuve oportunidad de platicar con diputados federales de Baja California, del Estado de México, Quintana Roo, Chihuahua y Jalisco y, aunque el tema a tratar, en ninguno de los casos fue Morelos, también fue recurrente la preocupación de lo que pasa en nuestra entidad, porque Morelos sangra, se desmorona, es saqueado y en Los Pinos, al presidente Enrique Peña parece que no le preocupa.
Hubo quienes me preguntaron del tema de las marchas, de las movilizaciones sociales que se han multiplicado y que tienen al gobierno de Graco Ramírez sostenido con alfileres tambaleantes y que, con todo y sus fanfarronadas, como la del me voy hasta el 18, siguen avivando el descontento social que empuja la salida del más ladrón, del más represor y del peor imbécil que ha (des) gobernador Morelos.
En una rápida respuesta, para ilustrar el sentimiento de lo que ocurre en Morelos, enuncié algunos der los pecadillos de Graco, que han llevado a los morelenses a odiarlo, a exigir que de una vez por todas se largue de nuestra entidad, pero también que lo tienen hincado, ante el riesgo de terminar sus días encarcelado, como consecuencia de la demanda interpuesta por la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos (CMMC), que coordinan mis amigos Gerardo Becerra, Eduardo Maigre y la talentosa abogada Ruth Arias.
Lo que pasa en Morelos, es un asunto delicadísimo, le comenté a las personas con las que platiqué ayer, incluidos dos personajes legendarios vinculados al fútbol profesional, con quienes tuve oportunidad de compartir el desayuno, pero también de sorprenderme por el conocimiento a detalle que tienen de lo que pasa en la tierra que vio nacer a Emiliano Zapata Salazar.
Hoy en Morelos y sus principales ciudades, ya no puedes salir a divertirte con tu familia o con tus amigos, mucho menos de noche, porque no sabes si volverás a casa. Hoy las calles de Cuernavaca, de Cuautla, Jojutla, Yautepec y Jiutepec o Zapata, se han convertido en tierra de nadie; en campos de batalla en donde las autoridades, evasiva e irresponsables como son, acusan que son los cárteles de la droga los que se enfrentan y recrudecen la inseguridad, aunque en el terreno de los hechos, la disputa se da entre policías que sirven a diferentes grupos criminales.
Me dicen y se repite en los 33 municipios de la entidad, que los morelenses le tenemos miedo a la policía; a ese maldecido y disfuncional Mando Único que lo único para lo que ha servido, es para enfrentar a los morelenses; para golpear, someter y desprestigiar a los presidentes municipales que se negaban a aceptar esa figura que nació muerta.
El ejemplo del sometimiento, pero también de la difamación y represión en cuyos temas es maestro el gobernador Ramírez, lo vivió el futbolista que despacha ahora como presidente municipal de Cuernavaca, el señor Cuauhtémoc Blanco Bravo, a quien incluso asoció a otro personaje al que ha difamado hasta el hartazgo, el empresario Federico Figueroa quien debió acudir a la PGR, para poner un alto a las bravuconadas de Graco a quien le recordó que además de cobarde, es mentiroso.
En Tlaquiltenango, ocurre lo mismo. Soltó una rabiosa persecución en contra del presidente municipal Enrique Alonso, a quien calificó de criminal, luego de que rechazó el Mando Único y reiteró su amistad con el senador Fidel Demédisis quien, por cierto, más temprano que tarde, va a cobrar los agravios al tabasqueño y se dará el gusto, de manos, de visitarlo en Atlacholohaya.
La movilización del viernes, tiene muchos motivos, los principales de ellos, terminar con la ola de abusos, con las raterías, con los asesinatos a manos de escuadrones de la muerte al mando del Comisionado Estatal de Seguridad Pública, Jesús Alberto Capella, la marcha busca poner fin a las campañas de desprestigio que se orquestan desde el gobierno, pero también que se aclaren los por qué Morelos se ha convertido en un gigantesco cementerio, en el que se multiplican las fosas clandestinas, la más conocida la localizada en Cuautla.
El propósito principal de la marcha del cacerolazo del viernes 19, es que de una vez por todas Graco Ramírez se largue del estado, luego de pagar por todos los ilícitos que ha cometido. Ni más ni menos.