Por Javier Jaramillo Frikas
¡Vaya Forajido!
Increíble la reversa del agónico Congreso Local a la concesión del Alumbrado Público. ¿Alguien imaginaría que un negocio que sale precisamente de ahí, del diputado federal Javier Bolaños Aguilar, se echara para atrás por unanimidad? Llega el momento que la incapacidad ante asuntos construidos desde la política como gran negocio, decepciona. Con franqueza, el jueves que anunciaron el periodo extraordinario, vivimos la impotencia de lo que un puñado o un grupúsculo de vivales puedan hacer. Ya sentíamos la puñalada artera que una sola persona recibiera –aun en el supuesto, pero el negocio se hizo y la cantidad fluctúa entre lo que anotamos y la mitad, digamos–.
Este tema lo tratamos hace unos dos meses, apenas salido del horno, mencionamos las cantidades que se hablaban en Cabildos: de 200 a 300 mil pesos por integrante, caso aparte de los presidentes y síndicos que, se decía, recibirían más. No mencionamos que la gestión partía del Congreso Local, de una o dos oficinas en específico. El que asomó la cabeza fue el panista Javier Bolaños Aguilar, y la que lo permitía, la perredista Lucía Meza. Estaban, pues, en el entendido. Y sobraban las razones: dinero fuerte.
Buscamos aquella columna y la compartimos en estos días. Hoy, vale la pena a unas horas que forme parte de la mesa directiva del Congreso de la Unión –en la parte que a San Lázaro corresponde–, que Javier Bolaños tuvo que ver desde el inicio en el negocio con NL Technologies S. A. de C. V, una de tantas empresas que tienen un grupo asociado de eternos Coyotes que lo mismo buscan en la basura, que en los parquímetros, en los Rastros, en los espectaculares y en un sinfín de cosas más relacionadas con el servicio público. Los ven en Morelos y en Chihuahua, en Hidalgo que en Yucatán. Son personajes que han hecho fortunas sin dinero como inversión. La mejor oferta que tienen convence a cualquiera: olfatean al bandido, lo cortejan, plantean el bisne y a darle.
Hablamos que eran Mil 400 millones de pesos lo que ganaría esa empresa en los 20 años de concesión solamente en Cuernavaca. Sumados otros 12 municipios, esa cantidad se duplica: serían Dos mil millones 800 mil pesos. Un dineral. La operación del Gran Asalto cuesta, y eso lo hacen los presuntos empresarios. Así, es un hecho que repartieron cientos de miles de pesos en cabildos y millones de pesos en el Congreso. ¿Qué descarriló los acuerdos? ¿Dónde hubo el mal cálculo? El coordinador de las acciones era Javier Bolaños Aguilar, incluso asesoró a sus fieles como el regidor Fernando Hidalgo de Cuernavaca (al que hay que ponerle el ojo encima) para hablar de las bondades de la concesión. De pronto, los regios de NL eran la salvación de Morelos.
Impresiona que Javier Bolaños inicie su carrera hacia la candidatura del PAN en Morelos para el 2018. Ya lo hace. Y es tremendo bandolero, como se probó con lo del alumbrado público. Llegado a Morelos por Sergio Estrada Cajigal Ramírez en 1997 a hacerse cargo del agua potable, el Sapac –que hoy se conoce ampliamente lo compran un grupo de personajes ya bautizados como El Cártel del Agua donde JBA ha escalado posiciones hasta estar en la Mesa Grande–, este ingeniero de profesión jamás imaginó ser el Panista más fuerte en estos días. Casi liquidada aquella Sagrada Familia, fuera de circulación Adrián Rivera Pérez, José Raúl Hernández Ávila, Oscar Sergio Hernández Benítez, con un puñado de jóvenes no contaminados, Javier Bolaños se dispone al diseño de la candidatura única a partir de mañana. Lo hace, no advierte otros en la misma búsqueda.
Presume, a su vez, cercanía con otro muchacho que gusta del dinero sencillito como es Ricardo Anaya, el nuevo dirigente nacional del PAN. Afirma que todo está planchado. Aunque en apariencia otro tema, estamos en el mismo riel: el Poder y El Dinero, dos condiciones que encontró el veracruzano en esta tierra fértil de Morelos. Aunque diputado federal, está metido en problemas, no sabemos si con Garza, el que da la cara por NL Technologies o existan otros personajes arriba. Un diputado local que asegura no haber recibido un peso, señala que Javier Bolaños se los aseguraba y hasta se mofaba: ¿Dónde firmo?
Haciendo cuentas discretas, si son 13 municipios los que aprueban la famosa concesión y nada mes en Cuernavaca son 15 los que forman el Cabildo, imaginemos que solamente 12 hayan entrado en el trato, hablamos de 3 millones de pesos. Si vamos a los 12 municipios restantes dentro de la jugada, sin menosprecio pero tratando de no entrar en el escándalo, pongamos 4 millones de pesos. Llegando al sitio de partida del acto de corrupción y donde finalmente se ahogó, creamos que el reparto de tan generoso pocos iban a rechazarlo. Son 30 diputados y salvemos a dos, que se quede en 28, son 56 millones y si hacemos caso a los que afirmaban de un millón más en la víspera, pongamos 10 solamente, lo que nos lleva a la cantidad de: ¡73 millones de pesos en cohecho!
Ah, esperemos un momentito, estamos dejando fuera a The One Million Dólar’s, al tremendo diputado Javier Bolaños. Si fue ese kilo de dólares hablamos de 17 millones de pesos que nos llevaría a un gasto de coyotaje de, cerraditos, los 90 millones de pesos. ¿Mucho dinero? Es relativo, si les decimos que durante un año en Cuernavaca, NL Technologies se llevaría 84 millones de pesos. Les faltarían seis para su inversión que, lo subrayamos, es conservadora y todavía supuesta. ¿Y los demás municipios? Ahí viene la ganancia.
En una palabra: en un año recuperan su inversión de compra de conciencias y firmas y los 19 restantes (si es que los cumplen) todo miel sobre hojuelas. Decimos si los cumplen, porque en Hidalgo, esta misma empresa tiene una serie de denuncias de ayuntamientos porque una concesión similar la abandonaron a los dos años. ¿Por qué? Es simple: en menos de un año, recuperaron lo pagado en cabildos y demás, el año y fracción siguiente fue la ganancia. Un hecho que aquí sucedería lo mismo.
La concesión no tenía una razón, una sola, para ser aprobada. La empresa se dedicaría a una sola cosa: cambiar luminarias, o sea focos. ¿Para cuánto les gusta, digamos en un año, en Cuernavaca? ¿Dos, tres millones de pesos? Es exagerado. ¿Cien o trescientos mil pesos anuales? Y quién sabe.
Era un Robo. Un Robo abierto. Por ello, Javier Bolaños Aguilar no solo tiene que rendir cuentas a la gente de Cuernavaca que representa en el Congreso federal, en este momento su fuero le evita que le denuncien los de su empresa amiga, pero moralmente queda una Gran Mancha que lo perseguirá por el tiempo de los tiempos que se dedique a la actividad pública y, seguro, fuera de ella. El altero de facturas que debe es muy grueso y tiene que pagar una a una. Por lo pronto, este negocio se le cebó, pero con algo se quedó. ¿17 millones? ¿15? ¿O 10 nada más?