Por Gerardo Fernández Casanova
PEMEX anunció que invertirá 23 mil millones de dólares en refinerías. Tal anuncio se hizo desde el pasado diciembre. Ahora, un tal señor Newman, que cobra como director de finanzas de la ex paraestatal, completó la información en el sentido de que la inversión se hará en asociación con empresas privadas que aportarán el 80% del monto requerido. Se construirán, según se dijo, tres refinerías y las que están en operación actual serán reconfiguradas, cuyos añejos fierros, chatarra pues, cubrirán el 20% restante. La noticia pasa y nos la tragamos sin hacer gestos, algunos hasta la aplauden. Se trata, amables lectores, nada menos que de la venta a los particulares de la empresa más importante del país; así de simple. Finalmente, luego de más de treinta años de buscarlo, los tecnócratas lograron su objetivo, a partir de ahora PEMEX deja de ser un patrimonio del pueblo de México. NOS LO ROBARON.
No sé qué es lo que más me alarma, si la noticia misma o la calma con que nos la recetan. Una de las razones por las que se llevó tanto tiempo en concretarse tamaña traición era, no tengo duda, porque le tuvieron miedo a la reacción violenta del pueblo mexicano, entonces tan nacionalista y patriota; tenían que irlo desgastando; había que ir desprestigiando a la empresa, al mismo tiempo que se vendía la idea de la “competitividad” como panacea del progreso; había que cooptar a los partidos que pudieran oponerse; había que silenciar u opacar a los líderes “mesiánicos”; en fin había que bañar el puñal en morfina para penetrar despacio y sin aspavientos. Lo lograron para desgracia de este nuestro país y de todos nosotros. TREMENDA PUÑALADA.
Algunos, tal vez muchos, me acusarán de tremendista. Es posible que razonen que, de ser cierto lo que digo, ya se hubiera incendiado el país. Yo también pensaba así. El método de la mentira y la propaganda ha sido aplicado con gran eficacia; nos adormece y, así, con gradualidad controlada, van apuntalando sus pasos; primero niegan rotundamente; luego van haciendo silencio mientras los hechos se van consumando y, finalmente, se hace realidad irreversible. Tan es así que parece que no pasa nada, pero pasa mucho y muy grave: se desmantela el país.
De esta misma forma nos insertaron en la globalización y nos impusieron el modelo neoliberal. Ningún partido lo ha postulado en sus plataformas y discursos electorales; nunca votamos por ello. Esta historia nace en el sexenio de Miguel de la Madrid con la aceptación de las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) en la reestructuración de la deuda externa; hubo entonces un conflicto al interior del gabinete presidencial: Jesús Silva Herzog, secretario de Hacienda, al que le tocó declarar la moratoria en el pago de la deuda y que mantuvo una posición de negociación atenta al interés nacional, se enfrentó al secretario de Programación y Presupuesto, el inefable Carlos Salinas de Gortari, quien se inclinó por la total obsecuencia a los dictados de esos organismos internacionales; el presidente dobló las manos, tuvo que aceptar la renuncia de su muy querido Silva Herzog y se entregó a la línea neoliberal de Salinas. Así también se decidió la sucesión presidencial entre el mismo Salinas y Alfredo del Mazo, en beneficio del primero, quien dio rienda suelta a las imposiciones del FMI y del BM que culminaron con el Tratado de Libre Comercio (TLC). Se especula, con argumentos válidos, que el asesinato de Luis Donaldo Colosio se produjo por representar un riesgo para la continuación del modelo neoliberal adoptado; Zedillo sería un fundamentalista de ese sistema. Los panistas, Fox y Calderón, heredaron el modelo con singular alegría y lo aplicaron sin enmendar y no fueron más lejos por la oposición del PRI (el negocio de vender al país sólo podría ser de ellos y de nadie más); Peña Nieto simplemente retomó la postura original de su partido y sumó al PAN, que ya lo había promovido en las reformas “estructurales” fallidas, y compró al PRD de la izquierda moderna: el Pacto por México ¡Vaya incoherencia¡ Sólo fue el pacto por mecsicou.
Durante todo este proceso el anteriormente vigoroso nacionalismo mexicano se fue desdibujando; los patriotas ya sólo son un equipo de futbol gringo. La Patria se manifiesta solamente para la Noche del Grito de Independencia y en los juegos de la Selección Nacional. Quedamos huérfanos de padre y nos rompieron la madre.
Es urgente que recuperemos el patriotismo y el nacionalismo idóneos a nuestra realidad. Siento vergüenza y coraje en esta orfandad. Invito a que lo compartamos y actuemos en consecuencia.
Correo electrónico: gerdez777@gmail.com