Que se aplique el Congreso

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Que se aplique el Congreso

Por Javier Jaramillo Frikas

Hace 50 años la todavía provinciana sociedad de Cuernavaca se escandalizaba de la gigantesca construcción de un mercado municipal que pasaran los siglos jamás tendría clientes y, por lo tanto, se convertiría en un elefante blanco. En dos meses, esa obra llega a medio siglo de funcionar y hará unos 25 años era insuficiente y generaba graves conflictos viales a la gente que la habitaba y sus alrededores. Hoy, el Adolfo López Mateos sigue siendo el ombligo del Estado porque alberga aparte 30 mil personas que de ahí viven, a lo que las autoridades no han querido hacer en todo este largo tiempo: la central camionera y la central de abastos. En suma, transitan caminando, al día, un aproximado de 100 mil personas. ¿Habrá otro lugar en la entidad con tal afluencia?

Nos enteramos de la controversia entre dirigentes comerciales por la conveniencia de que el Congreso del Estado se instale donde adquirieron un terreno propiedad de la familia de don Pablo Diez, casi una manzana que da lo mismo por la avenida del parque entrando por Plan de Ayala —en la entre ala de Amatitlán— con la gran barda del andén de los camiones urbanos y estatales del ALM, justo donde más publicidad colgante y pegada existe en toda la entidad. Ya saben cuál. Conocemos el terreno por dentro y fuera desde siempre. Es útil no solo para que los diputados siguientes desalojen el centro de la ciudad y con ello la normalidad de las tomas de calle y la protesta ciudadana, también natural. Ese sitio podría albergar al ayuntamiento de Cuernavaca y al propio gobierno del Estado, como edificios. Es muy grande.

En lo personal tanto Manuel Sánchez Purón como el buen amigo Rafael Arámburu, dueño del histórico Bar Cuernavaca, tienen razón. Si bien bajará venta por la ausencia de empleados y visitantes al Congreso, ganarán espacios que les llevará mayor gente al centro. Ahora bien, no se puede pensar solamente que el Congreso del Estado tendrá un sitio digno para sus tareas, sino de manera integral, el gobierno, el municipio, todos juntos deben constituir esta obra de uno de los poderes con el centro de la ciudad, si es que han estudiado sus condiciones geográficas.

Las colindancias del bello terreno –un pulmón en el corazón de la ciudad, pegado al ombligo y los intestinos de la entidad—con la avenida Plan de Ayala y al mercado ALM desde la zona de introducción oriente hasta la misma gasolinera del DIF en el sur, obligarían a un gobierno inteligente a hacer andadores peatonales desde el mismo Plan de Ayala con el centro de la ciudad con algunas obras pequeñas, por ejemplo atravesar desde su entrada por avenida del Parque con distintos andadores en la parte del oriente –estacionamiento–, centro, por la tolva der basura o bien el parque Cri- Cri, que se prolonguen atravesando la barranca Amanalco hacia Zarco y así llegar a Gutenberg. El de arriba lo haría con el mal llamado Puente del Dragón y si son en verdad visionarios, con el estacionamiento Flores y habilitar otro corredor—puente directo a la calle de Arista entrando por Clavijero. Un recorrido aproximado de un kilómetro, saludable, ecológico, sano pues. Si vemos la ciudad imaginariamente desde las alturas, ese camino nos lleva al final del puente 2000 en Jesús H. Preciado.

Comentamos lo anterior porque es viable, cosa que los arquitectos, ingenieros, urbanistas y anexas, lo revisen, partiendo además que el Congreso es la casa del pueblo —no aceptarlo por los legisladores sería algo así como incongruencia o valemadrismo—. Aquellos que utilizan el autobús o el taxi para ir de Plan de Ayala, recorrerían con gusto, en un sitio fresco, ese trayecto a pie. Igual de regreso. No es asunto que los diputados hayan elegido ese terrenote para construir el bunker que los aleje del pueblo crítico, al contrario, tienen que compartir parte de la extensión para hacer más viable no solo el centro de la ciudad sino el mismo mercado que ha cargado 50 años con centrales de abasto y camionera sin ser su obligación. Que lo recompensen como regalo de cumpleaños. Dejemos a un lado quienes hayan hecho de promotores, cosa que es sabida, así como el pago por los buenos oficios. Una buena lana, mucho diríamos.

Lo importante es la misión y si el terreno ya está, a darle.

A un lado la víscera, que se revise a fondo el potencial de un terreno que ya es propiedad del pueblo vía el Congreso, y que mucho bien le haría a la ciudad de Cuernavaca, sería una gran aportación de los diputados si manejan este asunto con profesionalismo, compromiso y, encima de todo, como morelenses. Dirían los institucionales la frase modosita pero legal: es cuánto… En esta intervención, porque hay que pedir tribuna las veces que sean necesarias.

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