Que hoy perdió el fútbol, dicen.>>
Hoy perdió la cordura, la humanidad, la calidez, la empatía, el respeto hacia la vida.>>
¿Qué heridas, qué coraje, que resentimiento debe llevar una persona para actuar con tal violencia? De tal manera que le incite a golpear a un cuerpo inerte, desnudo, vulnerable…
¿Qué hay en el corazón de esas personas que, a la más mínima provocación se encienden para dejar salir su lado más primitivo y animal? Aunque, pocas son las especies que conozco en donde se maten entre ellas…
A veces la gente se ha reído de quienes promovemos la crianza respetuosa, la crianza basada en el cariño, el respeto a la vida, basada en la empatía y el amor.
“A mí me pegaron de niño, y hoy soy un adulto de bien…” Pues bien, ya vimos que no.
¿De quien son hijos estos hombres que hoy, de manera salvaje, repugnante, primitiva y sin razón, han golpeado a otro de manera abusiva, montonera, llena de odio y sin compasión?
Cuerpos que además de golpeados y agonizantes, fueron despojados de sus ropas en la más asquerosa humillación, sexualizando de manera vil el último aliento.
¿Qué hay dentro de la mente y el corazón de quién se ciega, y suelta años de rencores en un cuerpo que ya no responde?
¿En qué momento un espacio festivo, deportivo, FAMILIAR, se volvió una masacre donde había niños asustados, escondidos, aterrados?
No, hoy no solo perdió el fútbol. Perdió la sociedad, indiferente.
Perdió la niñez, manchada con un acontecimiento brutal.
Perdieron las autoridades, que voltearon hacia otro lado.
Perdió la humanidad, que permitió ver a personas pasar encima de cuerpos agonizantes sin detenerse a ayudar.
Hoy perdió la vida. Perdió el amor.
¿Hasta cuándo vamos a comprender que la manera en la que somos criados será lo que defina el futuro?
¿Cuándo vamos a comenzar a vivir con empatía, con comprensión, con compasión?
¿Cuando dejaremos de normalizar la violencia?
¿Cuándo vamos al fin a abrir los ojos?
Tan preocupados por otros países, tan al pendiente de conflictos ajenos… Sin darnos cuenta de cuanto estamos fallando como sociedad.
A los heridos, su más pronta recuperación.
A los fallecidos, esperando encuentren el eterno descanso y sus familias la más pronta resignación.
A los culpables, el arrepentimiento y la paz mental que dudo algún día logren alcanzar.
Y la sociedad, nuestra más grande atención.
Esperando esa paz, esa tan anhelada paz… que no logramos alcanzar.
-Mrs. UnRight-