- “POR LA LIBRE” DEL PROFESOR
- IGNACIO CORTÉS MORALES.
- (Lunes 07/Noviembre/2022)
- Publicación dominical>>
- La comandante.>>
- Por Ignacio Cortés Morales.>>
- Entrega 18 Droga en el espectáculo Capítulo III 06-11-22 ->>
Señorita comandante, por favor, tome asiento, sus compañeros igual; en qué les puedo servir. Es extraño que policías nos visiten, pero con gusto los atendemos; sé lo difícil que es su trabajo y merece el respaldo de los ciudadanos. Les presento al periodista Eduardo Toledo, director de nuestra principal revista de espectáculos que se tiene en el mercado. Antes de contestar, no pudo menos que hacer comparaciones, se parecían tanto Marcos Degasa y Andrés Alfonso, auque aquél más refinado, con más roce, como que le venía de generaciones. Para estar en el puesto en el que se encontraba, por necesidad debía ser por amistad entre las familias, puesto que esta clase de negocios mantienen la jerarquía cerrada para que no ingresen los arribistas, y lo que viene de familia que no se pierda; no hay entrada a nadie y Marcos debe tener liga familiar con el dueño de la empresa. – Mucho gusto, señor Toledo, soy la comandante Nora y mis compañeros Enrique y Ruperto. Estuvimos revisando archivos, revistas, noticias, y encontramos que 12 de los artistas de su empresa se han internado en clínicas de rehabilitación en los últimos cuatro meses, lo que nos parece mucho, y queremos indagar qué tan fácil es para los artistas de su compañía acceder a las drogas. Necesitamos su información sobre el particular, lo que sabe, itinerarios de estos jóvenes, amistades; sus redes sociales; en fin, todo lo necesario. Usted como periodista nos puede auxiliar, señor, mucho debe saber sobre la vida y obra de sus compañeros, porque son sus compañeros, ustedes forman parte de la empresa. Son doce, son demasiados. – No pensé que fueran tantos, señorita, pero no tengo problema; si ustedes me permiten, denme tres días y les entrego o les envío las fichas informativas de los 12 personajes que ustedes necesitan, y de uno más, Bryan, anoche fue internado con una sobredosis de cocaína. Le pediré absoluta discreción; usted comprenderá que son figuras públicas y que se les debe tratar con especial cuidado para evitar impactos en las redes sociales que dañen su reputación. Algunos de ellos tienen una imagen especial, son ejemplos para niños y jóvenes, pero desgraciadamente se ven atrapados en esta vorágine de inestabilidad emocional y se auxilian de las muletas para continuar. De ellos se dijo que estaban de vacaciones o que se requerían un descanso, pero la realidad es que están en la rehabilitación. Les suplico su apoyo. Les daremos todas las facilidades, las que los médicos otorguen; ya saben que ellos son los que mandan en estos casos. También te pido, Lalo, que lo que tengas de material se los proporciones. Debemos ayudar a la policía a que haga bien su trabajo. Ojalá podamos entablar un puente de comunicación para tenernos informados. Lo que sepamos se los presentaremos, pero ayúdenos con la discreción; es vital. – No se preocupe; el escándalo no nos llama la atención; lo que queremos es averiguar la facilidad con la que se adquiere la droga, quién o quiénes se las proporciona, cómo, dónde y también de dónde procede. – En eso no sabría decirle. Yo en mi vida he visto droga de ningún tipo; no sé cómo la adquieren, cómo la consumen, más que lo que la cultura general dicta; sólo sé eso. Me encantaría saber quién les vende la droga y que lo metan en la cárcel. La empresa pierde mucho dinero con las rehabilitaciones. Le voy a agradecer toda información sobre el particular, y de nuestro lado les daremos todas las facilidades para que se hagan las averiguaciones que se consideren convenientes. Aquí estamos abiertos al trabajo de la policía. Reconocemos su esfuerzo, su valor, coraje y empuje. Estoy a sus órdenes. Que mi secretaria les dé el número de mi celular principal para que los atienda de primera mano. Ha sido un placer, señorita Nora, como la Nora de Ibsen, el prototipo del feminismo. – Honor inmerecido. Pero se agradece el cumplido. Estamos pendientes. Buenas tardes. – Buenas tardes. Lo buscaremos señor Toledo, en la revista. Nos gustaría hablar con los periodistas; seguramente algo deben de saber. Le prometemos que lo que nos digan será sólo para efectos de investigación sobre el caso que nos ocupa y creemos que es apenas la punta de la madeja; pueden surgir cosas muy interesantes. ¿Se acuerdan del caso de Paco Estanley y todo lo que de él se dijo?; pues esto puede ser peor; es mucha la droga y muchos los afectados; deja la impresión de tener una liga, un punto de origen o algo así. Ya lo veremos. No quiero adelantar vísperas. Señores, buenas tardes, nos veremos pronto. Los tres salieron y ya en el auto, Enrique le preguntó a Nora si no había adelantado mucho y la respuesta fue que no, que la intención era precisamente ésa, que se preocupen, “si algo saben van a hacer movimientos precipitados, hacer llamadas, cualquier cosa. Tú, que tanto te gustan los chismes de los artistas, mañana te apersonas en la revista y entrevistas a los reporteros, sobre todo a Liza, quien parece ser la mejor; por algo lleva muchas noticias y reportajes en exclusiva. Tu trabajo es de policía, no para que te nutras de más chismes, ¿de acuerdo?. Tú, Ruperto, como siempre, en la computadora, todo lo que se sepa de los 12 personajes. Cuando te den la información en la empresa, con lo que tengas y lo que te dé Enrique, tendremos suficiente para armar el caso y empezar a meternos en este mundo. Mañana por la tarde nos vemos en la oficina. Esta noche me voy de cabaret; si gustas acompañarme, Enrique, pero sin descuidar la misión de mañana. Si aceptas esta noche, te vas a incrustar en el equipo de Santiago; es un chico que más o menos suena y pudiera tener alguna información, decir algo, y quiero que estés cerca, Es una simple corazonada. Averigua, en las tantas revistas que tienes de espectáculos cómo visten los jóvenes de compañía del artista, y te compras atuendo similar. Toma del fondo particular que tenemos (y que se logró de un decomiso de dinero; algo se dejó para estos casos, y se manejaba con extrema honradez para salir de pasos como éste, cuando la urgencia lo requería, para no acudir a la burocracia, a la que se le tiene que buscar atajos, licencias, subterfugios. No debería ser, pero es). Ya sabes que si pides en la comandancia te van a dar la cita como en las instituciones burócratas del país, cinco meses después. Adelante y mucha suerte. Yo estaré para cubrirte, aunque espero que no sea necesario. ¿Estamos?”. Por la noche llegó Nora con Felipe, quien estaba de vacaciones en el restaurante y cuando la comandante le llamó para que le acompañara, se le hacía tarde para llegar. Ella también le tenía afecto, pero sabía perfectamente que su profesión no le permitiría tener una familia porque le volvería vulnerable ante la delincuencia. Así sólo tiene que cuidarse a sí misma: las cosas habían quedado claras entre ellos desde hace tiempo, y aunque el sentimiento no se puede ocultar, los dos lo sabían sobrellevar para que no causara daño, que no perjudicara la relación. Podían confiarse el uno al otro sin ambages, nada se ocultaban, eran transparentes y responsables, con líneas que sabían que no se podrían cruzar, a riesgo de que se tuvieran que distanciar en definitiva. El lugar era agradable, y Santiago como la atracción, un joven cantante que empezaba a sonar. Había que estar ahí para sondear el terreno, ver movimientos, sospechosos que llevaban la droga a los artistas. Enrique estaría infiltrado y ella para observar entre los asistentes los movimientos. Como se creen impunes, estos aprendices a grandes capos, todos ellos sustituibles; traen unos gramos y se sienten que llevan cientos de toneladas de droga a los Estados Unidos, país cuyos jóvenes se están consumiendo poco a poco, muriendo por miles, sin que las autoridades de aquel país hagan su trabajo; nunca un capo grande; caen los traficantes en pequeño, sobre todo los latinos, los negros, pero nada se sabe de los grandes. ¿Complicidad?. ¿Y qué otra cosa podría ser?. En fin, esa noche algo puede suceder. Enrique se las había ingeniado para estar cerca del cantante, quien se preparaba para entrar en media hora. Llamó a su particular: “me siento cansado, sin mucho ánimo”, le dijo. “No te preocupes, tengo la medicina” y empezó a buscarla, pero nada, “¡carajo!, no la traje”. Llamó a Enrique, “ve y pregunta por Javier, y le dices que venga, pero de volada, ya va a empezar el número de Santiago”. Salió de la habitación Enrique y en la barra preguntó por Javier, un joven delgado, manos huesudas que se paró al momento y siguió al entonces empleado de Santiago, lo llevó al camerino, “dame tres”, le dijo el secretario particular del cantante, “¡No!, mejor cinco. Más vale que sobre y o que falte. Cada vez las ordeñas más. A ver, dame una para probarla”. Así lo hizo, con el meñique tomó un poco, la probó y mostró su aprobación, “sí es de la buena. Dame los cinco”. Sacó dinero y pagó. El joven narco salió y el particular le preparó la línea y él tomó otra. “Anda, jálale, ya verás; al paraíso, papá”. – La verdad es que no quiero caer en esto. – Es tu decisión; nada más te digo que en la sala está Liza, la reportera tóxica, pero si le gustas te dedicará unas buenas líneas, pero si no, te hará pedazos. Escribe en la mejor revista de espectáculos y su columna circula por el país. Tú sabrás. Sal así, desangelado y verás cómo te va. No te va a pasar nada por una línea. – Ya viste lo que le sucedió a Bryan – Pero él sí se pasó. Le jalas o no, chinglo. Aquí estoy para cuidarte. Nada más ésta y se acabó. El cantante dudó, pero terminó por aceptar y sí, al final, se sintió mejor; todavía tomó una bebida y se dijo listo para salir. El show estaba por terminar cuando el narco se enfiló a la salida, Felipe se quedó a pagar la cuenta. Ya en la calle, el flaco se dio cuenta de que Nora lo seguía, pero disimuló, hasta estar cerca del vehículo; trepó rápido. Ruperto, que esperaba en auto estacionado ya llegaba; se dio cuenta de la situación; sólo paró para que Nora subiera apresuradamente y empezó la persecución por varias calles, hasta que Ruperto, con experiencia, terminó por darle alcance y le dio el cerrón. El narco bajó pistola en mano y corrió calle abajo. Para detener a la pareja de policías disparó. Apenas se agacharon y siguieron hasta que le dieron alcance, no sin antes oír silbar tres balas más cerca de ellos. Ruperto se le lanzó como jugador de fútbol americano y lo tacleó. Lo paró; ya para entonces Nora estaba a su lado. Se le revisó y tenía 15 paquetitos de coca. “Es para mi consumo”, “y el de los artistas, como Santiago”. “No sé de qué hablan”. “Ahora te lo recuerdo”, le dijo la comandante, mientras lo llevaba al coche. “Ábrelo. Busca”. La puerta sonaba hueca y con una navaja la botó el policía; dos paquetes de medio kilo cada uno saltaron. “Vas a tener que explicar en la comandancia. Amigo te espera una larga condena”. “Tengo cien mil pesos conmigo; vamos a mi casa y les doy otro tanto y me dejan ir”. “Vamos, con que quieres negociar, pues negociemos. Te saldrá más barato, quiero información, nombres, lugares, fechas y nos olvidamos que te conocimos, ¿qué te parece?. Quédate con tu dinero sucio, pero coopera. Nadie lo sabrá, sabremos ser discretos” Ruperto, sube al volante, tú en el asiento del copiloto y yo en el de atrás”. En ese momento una moto a toda velocidad, disparando el acompañante. Ruperto se lazó sobre Nora para protegerla y el narco quedó expuesto. Mientras caía se retorcía por los impactos de bala. Nora se paró, fue sobre el joven. Se percató de que estaba muerto. “Nos volvieron a ganar; se nos volvieron a adelantar. Aquí estamos los dos y nos lo matan. Era un novato, quizá algo nos diría. Otra vida perdida.¡Qué pena!”. – Era un narco. – Era un ser humano.