Por Javier Jaramillo Frikas
Messeguer en el estanque
Efectivamente, el tiempo indica que nos encontramos en el punto de ebullición de las micro campañas electorales en Morelos, por ello es inexplicable que la única persona que encima de leyes, normas y la imprescindible ética, haya realizado casi 31 meses de trabajo proselitista desde el más alto cargo de la burocracia, Jorge Messeguer Guillén, dos años secretario de gobierno, y con toda esa ventaja esté en una condición complicada: ha caído en una bipolaridad que nos ratifica el porqué de su fracaso en la función pública y el riesgo que implica otra posición de poder. Con una agenda que le manejan los medios, Messeguer Guillén aún a sus días complicados de cierre —evidencia clara que los 30 meses con todas las garantías desde el gobierno no fueron suficientes— una imagen que no presagia más que malas noticias el 7 de junio y, al no haber otra, echa sus últimas cartas.
Messeguer enseña esa bipolaridad en sus acciones y palabras. Hace dos semanas se metía en un punto y afirmaba que tenía la solución y ayer decía lo contrario. Sus últimas apariciones, maneja con un discurso de agresión con los que están escuchándolos y les promete solución. El viejo lema político de no hablar mal del camello, Jorge lo rompe y cada gesto lleva implícita desesperación. No tiene un manejo de mesura, tampoco baja el perfil cuando la seguridad de triunfo existe y se administra. En tanto, los días se acaban, las horas pasan y se acerca la cita.
En este momento, en los cuarteles de cada partido y candidatos, echan el resto en puntos relevantes. El trabajo de siembra para una buena cosecha ya tiene que haberse dado hace tres o cuatro semanas. Si existe una tendencia en favor de cualquiera y rebasa los cinco—seis puntos, sería irreversible, excepto un gran escándalo real o fabricado. ¿Quiénes están en capacidad de hacerlo? Los que tengan el dinero suficiente que, dicen con firmeza, solo está con el PRD—Gobierno. Y aun con ello se complica: una sociedad vigilante que cuando menos en las redes ha mostrado una mayoría que no acepta la función de la actual administración, carga natural del candidato oficial.
Jorge Messeguer Guillén es razón de una carrera a partir de los noventa con un solo cargo electoral: diputado local y por vía plurinominal. Es esta su primera actuación, solo, en una elección. Siempre estuvo cerca de las decisiones de Graco Ramírez, por lealtad, amistad o lo que gusten, pero es precisamente la figura del gobernador que lo ha hecho frágil. Recordemos ese intento angustioso de deslinde que nadie creyó, por una sencilla razón: sin Graco, el candidato Messeguer no existiría. Hoy, con el gobernador como su principal impulsor, le daña el empujón que en la imaginaria Morelos lo ve tal cual. Obviamente que todo lo que se tenga en recursos, estrategia, obuses negros, los van a usar desde el gobierno en favor de Messeguer. Sin embargo, una sociedad ya acostumbrada a los malos gobiernos, a esta le ha colocado una lupa como a ninguna y, en una velocidad impresionante, ubicaron al mandatario Ramírez como su principal objetivo. Si existe un permanente en las redes sociales, en la calle, en las esquinas, un referente en contra de cuanto funcionario o figuras públicas existan, es desafortunadamente para la causa messeguerista, el propio jefe del equipo, el mismo gobernador. Y eso no es invento, los especialistas que en el propio gobierno tienen, con una revisión honesta, lo pueden corroborar. Graco es viral para el mal de su propio proyecto transexenal. Messeguer, el más cercano y presuntamente fuerte, no da el kilo, como se dice en la jerga.
El tiempo se terminó. Un mes y dos días, solo 28 de trabajo a fondo. Los que decidían quién sería su candidat(o)a llevaban desventaja. Aquí estaba, en el gobierno y su mandatario y el PRD, que Messeguer buscaría desde el arranque de la administración, el delfín y todos por la causa. Algo faltaba que hoy, a casi tres años de distancia se conoce: equipo escuálido, de mucho desconocido, fuereños pues, tareas cortesanas, frívolas hasta el extremo y la disfuncionalidad en su entorno de los que mandan, provocaron una tarea gubernamental desastrosa y la generación de candidatos como Jorge Messeguer, débiles por la propia naturaleza de los tiempos marcados en su estrategia. Mucho tiempo perdido que buscan enmendar en días.
En los otros tiempos, de las imposiciones, los gobernadores del PRI, echaban pedazos de pan a sus prospectos pero nunca supimos de una definición tan temprana. Aplicaban pruebas para no equivocarse, sobre todo en la lealtad de los que colocaban, y sí, lealtad a ellos, los que mandaban, más allá si les cumplían a sus gobernados. Ya faltando dos, tres meses para el tiempo electoral, los soltaban para que midieran terrenos. Muchas imposiciones se hicieron, pero ninguna, que conozcamos en los tiempos de hace 40 años a la fecha, tan pronto como lo deMesseguer. Cosa de revisar los acotados diarios y noticiarios, visitas en Cuernavaca del secretario general con ayudantes y representantes, y cada una de estas, un mulazo a la presidencia municipal. Era cualquier día, normalmente en horarios oficiales. Fue impune.
Sin el menor pudor o la herramienta de la política clásica. Madrazo tras madrazo, eso sembró la estrategia de posicionamiento de Messeguer desde que empezó el 2013. ¡Cuánto tiempo! Haciendo política, hoy no estaría en los apuros que se encuentra. Pueden buscarse razones, pero nos quedamos con solo una: la euforia de un triunfo en el 2012 jamás cedió a la obligación de cumplir y respetar a la sociedad morelense, y la tecnología apuntaba, en segundos, el primer error del día y luego vendrían los demás. Un pragmático opositor como lo fue Graco no obstante su trayectoria en cargos plurinominales siempre cerca del poder, no funcionó en las redes sociales (predominantes en un alto porcentaje sobre los medios tradicionales), falta de carisma, nunca aprovecharon su originalidad y lo mostraron como hombre duro, él mismo hacía funciones de ciudadano contestatario cuando un ciudadano inquieto hacía reclamos, burlas a la gente común. Uno a uno, fueron llenando el vaso de agua sucia. Eso es un hecho. Jamás sacaron la parte humana de Graco, de su esposa (que seguro sería una candidata con mayores fortalezas, lo escribimos hará dos años), de sus acciones. Parecía una conspiración en su contra: cada que hablaba salía maltratado. Él es más inteligente que eso, pero en su círculo de funcionarios, siempre veía hacia abajo, jamás a uno o cuatro que le dijeran que se estaba equivocando. Habrá ocasión de agresiones verbales vergonzosas del gobernador a sus empleados del gabinete.
Esto que vamos a anotar no es atrevido, pero quizá ahora, casi a la mitad de un mandato cuyo futuro no sabemos dónde termine –si en el plazo constitucional o antes–, Graco Ramírez Garrido Abreu está siendo informado que es gobernador y que han pasado 31 meses que está en esa función, exactamente el mismo tiempo que Messeguer es el candidato del PRD a la presidencia municipal de Cuernavaca. Así las cosas, si Graco apenas conoce su función, nos arrastra hasta a la ternura que Jorge Messeguer —que sí estaba enterado de su doble función como secretario y candidato—se abrace de bochornos, fallas y errores cronológicos para darnos una figura, casi única, no en extinción sino en plena creación, de la bipolaridad política, a unos días de la elección o como llaman los colegas: “El Día D”.