Largo y negro segundo tercio

Javier_JaramilloPor Javier Jaramillo Frikas

Largo y negro segundo tercio

Penúltimo

 

Javier Jaramillo Frikas

jarafrija@hotmail.com

En la entrega anterior, comentamos que un ex delegado de la Dirección Federal de Seguridad –DFS–, Rafael Aguilar Guajardo, fue oficialmente el primer jefe del Cártel de Juárez, y aquí en Morelos encabezó la operación desde la parte oficial, el gobierno federal y estatal, para que zonas del oriente fueran pistas de aterrizaje para abastecer aeronaves llegadas de Sudamérica con escala técnica en Costa Rica, y por razones de hechos consumados, personajes de la política nacional y del país tico, tendrían que ver. Un ejemplo; Rafael Angel Calderón Fournier era ministro de relaciones Exteriores en Costa Rica, además yerno del gobernador de Morelos, Armando León Bejarano, desconocido y sin origen local, propuesto por el grupo donde figuraban Carlos Hank González, regente de la ciudad de México y Jorge Jiménez Cantú, mandatario del Estado de México. La función de Bejarano, era simple: atender un negocio que hoy está sin control.

Fueron seis años de acelerada e impune acción: todas las corporaciones policiacas y niveles de otros gobiernos, de acuerdo al recuento, eran parte del gran engranaje. Al término de su mandato, León Bejarano fue perseguido por el gobierno de Miguel de la Madrid, por el delito menor de cuantos cometió: evasión fiscal. El que escribe en función de corresponsal del diario El Universal de México, cubrió la persecución local en juzgados y ministerios públicos, junto con enviados de la prensa nacional. Era 1982. Lo vivimos de cerca, igual que la presencia de personajes que fueron señalados como parte del mismo engranaje desde su función policiaca y de fiscales. En Cuernavaca se instalaron los llamados Fiscales de Hierro, José Franco Villa y Javier Coello Trejo, de la PGR, junto con el director de la Judicial federal, El Chato Ibarra y el primer comandante Florentino Ventura; de la DFS, el yucateco Tomás Morlett; el director de Interpol, José Miguel Aldana Ibarra y un sinfín de agentes, entre los que destacaban Guillermo González Calderoni y los siempre presentes madrinas, entre ellos gente que posteriormente despuntaron en los cárteles de la droga y algunos fueron capos históricos. La DFS y la PGR, eran colegios de enseñanza para lo que en los años ochenta representó la repartición del narcotráfico, de ahí que Aguilar Guajardo fuera encomendado a suplir en las actividades en Juárez y otras regiones al precursor de ese grupo, un veterano narco apodado El Barón de Ojinaga.

De estos nombres pocos están vivos, porque Tomás Morlett fue acribillado a la entrada del restaurante Piedras Negras de Matamoros, Tamaulipas, propiedad de Juan N. Guerra, personaje relevante que traficó a gran escala alcohol desde México en la famosa ley seca en los Estados Unidos en los lejanos años treinta. Guerra fue tío de Juan García Abrego, el primer jefe del Cartel del Golfo, extraditado a EUA en el gobierno de Ernesto Zedillo en 1995. El crimen de Morlett no cambio en nada la estructura geográfica de los cárteles. José Franco Villa fue procurador de Michoacán con Luis Martínez Villicaña, posteriormente procesado por delitos contra la salud y falleció. Bejarano se esconde en 1982 en Costa Rica, prófugo de la justicia mexicana y su estancia allá coincide con  la presencia en 1985 de Rafael Caro Quintero, capturado en una finca cercana a la que le destinaron a Bejarano.

Un año después fue absuelto y ha tenido el descaro no solo de asistir a los informes de gobernadores si no de radicar, ya cerca de los cien años de edad en Cuernavaca. Miguel Aldana fue preso por la sospecha de sus relaciones con el narcotráfico. Florentino Ventura presuntamente se suicidó a finales de los 80’s en  las afueras del Centro Perisur, González Caderoni fue perseguido en el gobierno de Zedillo, se refugió en Bronswille, Texas y meses después fue acribillado por un sicario en un estacionamiento. Ibarra nunca fue molestado, era esposo de la procuradora del DF, Victoria Adato y tenía amarres políticos. Javier Coello Trejo, primer Zar Antidrogas en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, litiga a gran nivel, actualmente el pleito entre Jorge Vergara y Angélica Fuentes del grupo Omnilife y el equipo Chivas de Guadalajara. Tampoco fue requerido o molestado. Este robusto abogado chiapaneco, combinaba la dureza en su trabajo con el manejo político, incluso fue secretario general de gobierno en su entidad natal.

Finalmente, en 1985, Florentino Ventura, tomó a Caro Quintero en Costa Rica y lo metieron preso, por el homicidio brutalmente torturado del agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena. Es el parte aguas, porque a partir de ejecutar al agente antidrogas, la sociedad mexicana y mundial, conocen que existe un gran negocio de tráfico de drogas con una enorme estructura. Mencionamos lo anterior, por la presencia en Morelos de muchos de estos personajes, antes y después de los setenta y ochenta.

Vale decir que a mediados de los ochenta, Rafael Angel Calderón Fournier contendió por la presidencia de Costa Rica y perdió con Isidro Monge, parte de su caída se debió a los escándalos del suegro en Morelos y México. Años después llegó a la presidencia de su nación, consolidando la frágil figura de León Bejarano. No era igual tratar al ex prófugo de la justicia, ex gobernador de Morelos, que al suegro del jefe de estado costarricense.

¿Y que vino después?

No es el afecto a Lauro Ortega o haber formado parte de su equipo de trabajo, pero esos seis años se abrió una especie de tregua en Morelos, porque buscando consolidar una larga carrera política, Ortega cuidó detalles que sellaran a Morelos como una entidad con operaciones de narcotráfico. Puede decirse que sin ser todavía un tema común, ya en los niveles federales tomaban presos a Miguel Félix Gallardo, a Eduardo Fonseca Carrillo, ya en prisión Caro Quintero. Hablamos de 1989, cuando Morelos recibía a otro gobernador político, Antonio Riva Palacio, que pasó tres años hostigado desde la presidencia de la República y tuvo el malhadado detalle de ser el primer gobernador recomendado por la naciente Comisión Nacional de Derechos Humanos. Don Antonio libró el acoso ante un crimen artero en abril de 1993, y pudo hacer política, que le alcanzó para sobrellevar su relación con su inminente sucesor, Jorge Carrillo Olea, a quien el presidente le confeccionó una coordinación contra las drogas al no ser abogado.

No obstante, a partir de 1991, con Riva Palacio gobernando, inició la llegada de personajes diversos, relacionados con la política –Guillermo Malo, delegado de Pesca, Jorge Trade Nieto (qepd) en la PGR–, de los medios como otro fallecido, Moisés Lozano Villafaña y operadores de medios como Rolando Ortega Calderón y un joven que se afincó a partir de ahí, Matías Nazario Morales, ya diputado local y actualmente federal. Ellos arriban el 7 de junio de 1992, para hacerse cargo de la oficina de Comunicación Social y la mantienen hasta 1998, que se licencia Jorge Carrillo Olea. Esta mención es un referente  de una avanzada política, sin embargo se establecen otro tipo de personajes y Morelos se convierte en Zona de Tregua de los Cárteles y es notable la presencia de Amado Carrillo todavía en vías de asumir el liderazgo del cartel de Juárez, los hermanos Arellano Félix, Juan José Esparragoza Moreno El Azul y equipo entre los que destacan desde Joaquín Guzmán Loera, los hermanos Beltrán Leyva. Nada que ver tenían los comunicólogos ni periodistas llegados con estas personas, pero parecía implícito un “permiso” para tomar a Morelos como zona de descanso con sus familias.

Marcamos el stop en un año peculiar: 1993. Gobierna Riva Palacio pero se suscitan tres eventos que generaron la atención nacional. Los anotamos en orden:

1.- La batalla de la discoteque Christine del Hotel Kristal de Puerto Vallarta con muertos y heridos, en un tema que jamás lo dilucidó la PGR. Se habló que los bandos que se enfrentaron fueron Amado Carrillo a través de subalternos que bien podían tener ligar con el Cartel de Sinaloa todavía y los hermanos Arellano Félix, ya instalados como Cartel de Tijuana. Fue una balacera atroz, muertos y heridos. Está consignado en los medios que en el levantamiento pericial quedó claro que encontraron varias credenciales de la policía judicial de Morelos y otras de Baja California. Las de estos, obvio, seguramente cuidaban a Los Arellano. ¿Y los otros, de Morelos, a quién?

2.— Un comando presuntamente de los Arellano Félix –sobrinos de Miguel Angel Félix Gallardo— arremetió con armas largas en el conocido restaurante Bali—Hai de avenida Insurgentes. Comía regularmente ahí Amado Carrillo Fuentes, con su familia. Su guardia, encabezada por Alcides Ramón Magaña, apodado El Metro, de origen tabasqueño, saco ilesa a la familia y quedaron algunos muertos. En el estacionamiento estaban dos camionetas con placas y tarjetas de circulación de Morelos, y en el interior otro elemento contundente que la procuraduría de esta entidad y su policía judicial se encontraban en el entendido: varias credenciales oficiales. Se supone que todo el equipo de seguridad del poco después llamado Seños de los Cielos, eran acreditados por la PJ de Morelos. Y por si algo faltaba…

3.— Ya en disputa el Cartel de Juárez por la jefatura, en Cancún, Quintana Roo, es asesinado Rafael Aguilar Guajardo junto con una escolta norteamericana ex agente de la DEA. Sucede  en la zona de lujo hotelera. Tres sujetos los acribillaron a quemarropa y huyeron. En su ida, decenas de kilómetros lejos, entre Yucatán y Campeche, fueron interceptados por patrullas policiales. Se bajaron, mostraron credenciales de Morelos, oficios de colaboración, y los dejaron ir. Los tres, a los años fueron asesinados al estilo que comenzaba a ser peculiar. Eran efectivos de esa corporación y trabajaban a  las órdenes del señor, al que le atribuyen la orden de matarlos.

Cosa de buscar quiénes ordenaban en la PGJE y la Policía Judicial. Como anécdota, en un regreso de la Ciudad de México nos llamó un colega de la radio para que al aire comentáramos del tema, escrito en esta columna meses después, y mencionamos a un jefe interino. Ya había celulares y nos llamaron del Clarín, que en el estacionamiento tenía bastante tiempo en espera este personaje. Llegamos y salió de su auto, pidió conversar el asunto, lo hicimos y afirmó que esas credenciales, en todos esos eventos, las entregó su antecesor. Incluso por otra fuente aparecía que un conocido comandante de la Judicial Federal fue conducto para que algunos caros viajes y paseos en veleros en Puerto Vallarta o en Quintana Roo de funcionarios locales, corrían a cuenta del señor.

En 1993 gobernaba aun Antonio Riva Palacio, era el impasse a la llegada de Jorge Carrillo Olea.

Un restaurante muy concurrido en Plan de Ayala, era uno de los sitios preferidos, y ahí se revolvían sin problema alguno. Incluso sus guardias transitaban ordenados por las calles de la entidad. Colegas reporteros que los conocimos en otras funciones, incluso como madrinas o efectivos de corporaciones policiacas, queríamos entender el por qué si ya eran mencionados en medios nacionales e internacionales como capos, no tenían problema. Nos acomodamos en los tiempos: principios de los noventa. Y cabe decir que en los cuatro años de gobierno de Carrillo Olea no hubo un solo incidente grave relacionado al narcotráfico. Su licencia se debió a que la procuraduría fue descuidada o confió demasiado. Y el subdirector con facultades de todo mando, Armando Martínez Salgado, era en los hechos el jefe de las principales bandas de secuestradores, flagelo que lastimó a los morelenses y que no podía atacarse desde aquí. Lo hizo la autoridad federal. Posteriormente se conoció vía medios, que Martínez Salgado generaba condiciones a los capos para que estuvieran tranquilos por Morelos. En una palabra: aquí no pleitos y ejecuciones, y que hagan lo que gusten al interior de sus residencias. Está preso desde enero de 1998 en Almoloya de Juárez, hoy El Altiplano. No olvidemos que Carrillo Olea fue el Zar Antidrogas pocos meses y años atrás. Que cada quien lo interprete. El tema grave inicia a partir del 2000. No evadimos los dos años sustitutos de Jorge Morales Barud, pero la infección no llegaba a flote, se escondía entre venas oficiales y oficiosas.

No había porque calentar la plaza.

 Cuando entra la fragilidad institucional

Es ese otro fragmento que comprenderá, de acuerdo a hechos consumados, averiguaciones oficiales y que en muchas ocasiones ya eran del dominio público, la guerra infernal de la delincuencia organizada en Morelos, su entronización, la inexperiencia, miedo o complicidad de las nuevas autoridades, de extracción panista, y el baño de sangre prolongado, agudizado con la muerte en condiciones poco fiables de uno de los jefes que operaban la plaza, Arturo Beltrán Leyva, el 16 de diciembre del 2009. Meses atrás y los posteriores hicieron de Morelos un infierno y muchos de los que aquí vivimos, aguantadores de vara y que nunca se van a ir, tienen idea: prácticamente las instituciones fueron hechas trizas y se vino la barbarie, esa que hoy vivimos.

Ya es mucha letra para ustedes, queridos lectores, así que les rogamos un paréntesis, para actualizar estas vivencias de hechos consumados, lo que repetimos porque no somos policías, ya pasaron, pero ofrecemos uno que otro detalle que puede interesar para entender el proceso de los modelos de actuación de las bandas organizadas en Morelos hace 50 años, y la condición dolorosa de putrefacción en la relación crimen—instituciones de gobierno.

Continuamos…
facebook

Bookmark the permalink.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.