Por Mario Alejandro Garcia Salgado
MITOS, LEYENDAS Y TRADICIONES
“DEL CUERNAVACA DE MIS RECUERDOS”
LA FABRICA DE TEXTILES MORELOS CREADA EN 1945.
¿Quién de los adultos mayores no trabajó en la fábrica de Textiles Morelos? ¿Quién de los habitantes de Cuernavaca y municipios cercano no escucharon aquel silbato que, aparte de anunciar la hora, anunciaba la entrada a trabajar de los muchos obreros que con satisfacción y alegría concurrían a la calle de San Juan, en Chapultepec, para entrar a trabajar a los diferentes departamentos que tenía Textiles Morelos?
“Bubuuuuuuuu, Bubuuuuuuuu” era el silbato que desde la fábrica de Textiles Morelos hacía sonar anunciando la entrada y la salida de los trabajadores, mismos que llegaban a pie o en camiones que desde horas antes recorría las colonias, calles y avenidas de Cuernavaca para transportar a muchos trabajadores.
“Bubuuuuuuu, Bubuuuuuuuuu”, el silbato sonaba a las 650 de la mañana; a las 3.30 de la tarde y a las 11 de la noche; las esposas de los trabajadores ya sabían que en pocos minutos el marido llegaba a su casa a senar, a comer o a desayunar. Había tres turnos y ya con el tiempo se creó el 4º., turno.
En 1945, el ingeniero JUAN DUBERNARD, instaló la fábrica de Textiles Morelos. Nos narra el señor ENRIQUE GARCIA y su hermana, Doña CECILIA GARCIA, quienes trabajaron en la mencionada fábrica y contrató a muchos hombres que laboraban en el campo; “eran personas que no sabían leer ni escribir, pero los quiso tanto que les contrató maestros para que les enseñaran esas necesidades de la vida”.
Don Enrique García y su hermana Ceci, tienen muchos recuerdos y anécdotas de la fábrica Textiles Morelos: uno de ellos”. Cuando entraba un obrero nuevo, de inmediato se le buscaba parecido con algún animal o personaje y le ponían apodo”, dijeron. “A nadie, o casi nadie se le conocía por su nombre, casi todos tenían apodo, como el popochas, el brujo, los tepaches (padre, hijo y sobrino, la rana, , el charro, miloc, Manuel el pinto, el bigotes y muy conocidos fueron los supervisores, Lázaro, Chema (José maría) y el jefe de jefes, Ricardo.
Prácticamente la plantilla de trabajadores era de mil 800 obreros. Textiles Morelos era una fábrica de telas y por tanto tenía los departamentos de telares, hilados, canilleras, acabados, etc., y todos los departamentos tenían tres turnos y a veces hasta el cuarto turno.
“Era tanto el aprecio y cariño que tenía el ingeniero Juan Dubernard por sus trabajadores, que buscaba terrenos que la fábrica compraba y posterior se los vendía a sus trabajadores, mismos que lo pagaban a lista de raya y así logro fundar 12 colonias, entre ellas, Teopanzolco, La Gualter, y otras, e incluso una escuela secundaria, La Jhon F. Kennedy, de donde salieron muchos estudiantes, (hijos de obreros) que ahora ya son profesionistas como enfermeras y otros.
Algo importante de resaltar eran los aniversarios del sindicato, porque hacían una gran fiesta, con baile, cena y todo: “tocaba el conjunto de la “chiva” que casi años con año amenizaba el bailongo; el trío “página blanca”, pertenecientes a la misma fábrica; pero los festejos iniciaban con un encuentro de futbol, La Sección 51, con jugadores de la misma fábrica y muy buenos por cierto.
“el mismo sindicato, el cual tuvo un secretario general apodado “el compa” y otros tantos, buscaban encuentros de futbol en el puerto de Acapulco, en donde después del juego, los trabajadores y los familiares de éstos, se dedicaban a pasear y todo era dicha y felicidad.
El ingeniero Juan Dubernard, de ascendencia francesa, mandaba a los trabajadores a capacitarse a Carolina del Sur. El ingeniero fundó varias fábricas como la Nobis Lis, Textiles Jiutepec y Estampados, entre otras con la firme intención de contratar a más gente y casi toda de Morelos”, dijo Don Enrique García.
Hubo muchas anécdotas textileras: “nos juntábamos en grupitos y nos íbamos a empinar el codo (emborracharse) y nuestras mujeres iban a ver al ingeniero Juan Doibernard para pedirle dinero (el sueldo adelantado) y cuando llegaba el sábado, se los descontaba y aparte les llamaba la atención, pero eso sí, los alentaba mucho, al grado tal que muchos ex obreros ahora tienen casa propia y hasta el Infonavit le copió el programa de 12 colonias.
A mí nunca me pudieron poner apodo alguno, porque yo tenía una hermana, misma que entró a trabajar a Textiles Morelos (Cecilia García) y entonces todos me decían “cuñado”, platica Don Enrique.
Textiles Morelos fue una fábrica como nunca más ha existido otra; pagaba dignos salarios a sus obreros y siempre se preocupó por la base trabajadora, aún con su sindicato y hasta un consultorio les tenía, con enfermeras de primera que los atendía hasta con cariño. Desgraciadamente Textiles Morelos cerró sus puertas hace muchos años y aún hay trabajadores que con nostalgia van a la calle San Juan del “Cuernavaca de mis Recuerdos”.