La Casa Maldita, Craxxi, la Condesa, Raggio y Samuel Eto’o

Javier_JaramilloPor Javier Jaramillo Frikas

La Casa Maldita, Craxxi, la Condesa, Raggio y Samuel Eto’o

 

Cuernavaca ha sido residencia de importantes personajes del bien y el mal. Morelos, por lo tanto. El siguiente tema lo tratamos porque puede ser interesante para los lectores de este espacio. Condiciones que se unen en el tiempo, la distancia, el escándalo y hoy la simple anécdota que envuelve a famosos. Los personajes son, sin orden de relevancia, la condesa Francesca Vaca de Augusta, el ex primer ministro de Italia Bettino Craxxi, el cazafortunas también italiano Mauricio Raggio, el Partido Socialista de Italia y fuera del contexto de los anteriores pero ligado por la adquisición de una villa en la costa del país de La Bota, el astro de futbol de Camerún, Samuel Eto’o, que vivió sus mejores años en el Barcelona español, el Chelsea inglés, El Inter de Milán y actualmente juega en el Sampdoria. Todo un ícono del balompié.

Leemos la nota en el diario deportivo Record de México y de inmediato nos remonta veinte o un poco de más años atrás, justo en los albores del gobierno de Jorge Carrillo Olea, en 1994.  Samuel Eto’o estrena nueva casa, reza la entrada del título y esta indica: Compra mansión… ¡Y está maldita. Abajo: El delantero de la Sampdoria pagó 31.7 millones de dólares por una propiedad que ha presenciado la muerte de tres personas.

Aparecen fotos de la mansión, una villa en un acantilado y se comenta lo siguiente:

El actual delantero de la Sampdoria Samuel Eto’o adquirió mansión de 31 mil metros cuadrados construida en el Siglo XIX que cuenta con un mirador sobre la Riviera Italiana.

Aunque la propiedad por la que pagó 31.7 millones de dólares tiene una curiosa particularidad. Y es que desde su construcción, son tres las muertes que han opacado la historia de la residencia.

La primera fue la del Lord Camavon, descubridor de la tumba del faraón Tutankamón –quien murió víctima de la picadura de un mosquito—y por lo que se dice que la casa tiene la ‘maldición’ del faraón egipcio.

Posteriormente, su sobrino murió al caerse por las escaleras de su villa. La última víctima fue la condesa y modelo de Gucci, Francesca Augusta, quien desapareció de la villa y fue hallada muerta en las playas de Saint Tropez… Sin duda el ex delantero del Chelsea deberá tener cuidado.

¿Y?, es la pregunta obligada. Bueno, la condesa de Augusta apareció en Morelos a finales de los años 70’s acompañada de su esposo el Conde de Augusta de apellido Vacca, un multimillonario que entre otros negocios tenía una fábrica de helicópteros. Hicieron vida social con la gente de Cuernavaca en una todavía existente aristocracia internacional donde se colaba uno que otro paisano, empresarios, políticos y algún notario. Era el matrimonio amigos de una pareja también de nobles, la princesa de Saboya y el argentino abogado Luis Reyna Corbalán, asesinado a finales de los años 90’s en su residencia de la calle Morelos de la colonia Acapantzingo, por cierto catedrático de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos con gran respeto en el ámbito jurídico.

En 1994 se desató un escándalo político en Italia: el recién ministro Bettino Craxxi en funciones de presidente del Partido Socialista Italiano, sustrajo cientos de millones de dólares de su partido y presuntamente los guardó en Suiza. Para ello, la prensa ítala mencionaba como sus operadores financieros a un señor Mauricio Raggio y a dos mexicanos, entre ellos a un empresario hotelero y discotequero dueño de Marjaba en Cuernavaca, también abogado. Ahí tomaba forma e interesaba a las autoridades mexicanas que tenían ya el parte de la Interpol. Ese año –1994—la condesa de Augusta vivía en Cuernavaca con su pareja Mauricio Raggio, oriundo de una provincia y sin referencias profesionales ni comerciales. Coincidentemente, apareció por aquí el ex ministro Bettino Craxxi y se cerraba el círculo. El Partido Socialista entabló varias denuncias en contra de Craxxi y Raggio lo mismo que el gobierno italiano. Involucraban a la también modelo de Gucci. Se decía que sacaron el dinero de Suiza y lo triangularon en América, mencionaban a Islas Caimán y Panamá como dos puntos de su posible destino.

Llegó la prensa internacional a Morelos, ya era 1995, y hablaban con periodistas locales que habíamos tomado el caso. Las policías los rastreaban. Ellos aquí seguían y nada pasaba. No pasó mucho tiempo para que apareciera en la portada del diario El Financiero, una fotografía de Mauricio Raggio en pijama de seda en compañía de una bella mujer, mexicana, llamada Adriana Ríos Zertuche, prima de la señora Paulina Castañón, esposa del ya preso en el penal de máxima seguridad de La Palma, Raúl Salinas de Gortari, hermano del anterior presidente de México, Carlos. Se encontraban en un lujoso penthouse de la colonia Polanco. Finalmente fue detenido el italiano Raggio e internado en el penal de Atlacomulco en Cuernavaca. Seguía siendo noticia en tanto desapareció el ex primer ministroCraxxi y la condesa, en apariencia, regresaba a Italia a solventar un juicio que luego de meses la exoneró. Era ya dueña de la Villa mencionada, según la prensa italiana.

La cárcel de Acapantzingo sufrió una serie de movimientos que llegaban a la calle: Mauricio Raggio tomó el control y pagaba a funcionarios y a reos que manejaban el auto gobierno. Más de dos ocasiones vimos entrar luego de la medianoche a Adriana Ríos Zertuche al penal resguardada por custodios que la traían de su domicilio. El trayecto a nuestra oficina obligaba a pasar por ahí. Y se sabía que el movimiento nocturno era inusual porque hasta las calles aledañas se escuchaba la algarabía, los silbatazos y porras, puesto que la cancha de futbol del penal era escenario de tórridos encuentros futbolísticos entre presos y Los Amigos de Raggio. El campo bien iluminado, faltaba más. No solo eso: ya bajo su control el penal, Raggio estableció una especie de casa de préstamos y pagaba fianzas de reos a cuyas familias cobraba un interés conveniente pero a su vez armaba un grupo de ex reclusos bajo su control que cobraban las deudas en las calles y lo hacían de manera violenta. Contaba además con una red de abogados y el apoyo de una notaría para escriturar a nombre de aliados, propiedades de los que no podían pagar y había liberado lo mismo que de gente común que acudía con su personal para adquirir préstamos.

Al interior del penal dejaba que el autogobierno en manos de los hermanos Bautista Pineda, hiciera lo de siempre, pero bajo su mando. Era el Rey del Penal de Atlacomulco y nada salía de su control. El director, un ex militar, era atendido en su propia oficina por Raggio, que luego de las horas hábiles usaba la dirección como su oficina personal y en otro espacio pegado tenía a sus contadores revisando las finanzas. Ahí, por las noches, atendía audiencias a gente llegada, previa cita, de la calle, entre ellos algunos empresarios que requerían de su apoyo para inversiones. En varias de estas se hizo socio.

Todo ello, obviamente, se filtraba a la calle, a los medios y era noticia. Dimos cuenta algunos reporteros. Un servidor lo publicaba tanto en esta columna como en el diario Excélsior. En varias ocasiones buscamos hablar con él con fines informativos y el personal de custodia de la cárcel lo negaba. No lo puede recibir. Está ocupado allá adentro. Con usted no quiere hablar. En una entrega de Prohibido Prohibir publicada en un diario local –el Clarín ya había cerrado en diciembre de 1994— usamos un adjetivo que le molestó y pudo tener razón. Lo llamamos Gígolo Internacional. Montó en cólera y no tardaron en llegar las advertencias vía ex presos que nos pedían no molestar al señor o aténgase. Seguimos manejando información. En Italia cada vez el tema de Bettino Craxxi, la Condesa de Augusta y el robo al partido Socialista Italiano bajaba su tono.

Con su poder, Mauricio Raggio localizó telefónicamente al columnista, lanzó injurias, amenazó y no cejaba en sus gritos. Le solicitamos una entrevista. ¡A ti nunca, cabrón! Ya fluía un español carcelario en su lenguaje. Una de las llamadas, finalmente aceptó, solamente decía: Te quiero tener cara a cara. Concertamos un encuentro al interior del penal de inmediato. Una hora después. Imposible ir solo. Avisamos a los colegas y llegaron pero no los dejaron entrar. Tenemos presente la solidaridad de Juan Antonio Ayala de Televisa, Justino Miranda de El Universal, Nadia Piamonte de El Financiero, camarógrafos, fotógrafos y más reporteros. Era la nota porque Raggio iba a hablar. A ninguno dejaron pasar. Entró el que esto escribe y lo primero que nos encontramos fue con un fuerte grito desde las escaleras de la dirección, en el patio principal administrativo. Era el director enfurecido. ¿Qué traes conmigo hijo de la …!. ¿Te crees muy fiera? ¡Ahorita vamos a ver! Ya entrados en el tema, sacamos el arsenal verbal del mercado, del barrio, de las redacciones que superaban a cualquier escandalosa cantina y hasta retos: Túmbate el fogón y vámonos recio. A trompadas si no soy marrano, yo me mato a balazos. No, así no jugábamos. Qué héroes, todos los custodios armados y dentro de una prisión. Algo tenía que calmarlo. Sí.

Apareció El Patrón. Escoltado por los hermanos Bautista Pineda (que años atrás asaltaron el Banco del Atlántico y mataron a una cajera en pleno centro de Cuernavaca, la calle de Galeana, a un costado de la Plazuela del Zacate). Los conocimos meses atrás, en un reportaje para Excélsior, ya presos y fueron amables. No hablaban. Y otra veintena de reclusos, la escolta personal de Raggio. Ordenó Mauricio al director de la cárcel se retirara unos metros, se acercó a  unos centímetros, hizo su peor cara mala y lanzó: Quería verte directo a los ojos. Y pudimos admirar los suyos, eran de un azul intenso, como el mar, lo provocamos con una frase cancionera: Qué bonitos ojos tienes, güerito. Quiso abalanzarse y dimos un paso atrás y de perfil por si acaso. No quedaba otra que reaccionar. Solos, mi Mauricio, te rajo bien tu madre, lo aseguro. Todos en contra, pero hasta ese sitio se escuchaban los gritos de los periodistas exigiendo entrar, contenidos por una decena de custodios desde dentro. El marcador, finalmente no era tan desventajoso, algunos darían cuenta de lo que sucedería.

En un italiano—castellano carcelario, se despidió: Voy a salir y nos vamos a ver, tengo dinero y poder, voy a salir, que no se te olvide. Y, meses después, en efecto, fue liberado y se instaló a vivir en Cuernavaca. Nunca molestó, adoptó un perfil bajo, pero se conocía que seguía haciendo negocios con la riqueza que obtuvo del agio desde la cárcel y, claro, del atraco al Partido Socialista Italiano. Adquirió residencias millonarias, las vendía y contaba con su notario particular que parecía uno de sus testaferros. Un Capo que no medía más de 1 metro con 65  –lo decimos porque era ligeramente más bajito que este reportero–, delgado y llevaba, eso sí, ropa de marca carísima, mocasines de su tierra y esparcía un olor caro de su perfume. Estilo puro. Dicen que sigue aquí, que alterna sus estancias en Europa, el Caribe, la ciudad de México y Cuernavaca. Han pasado muchos años, como veinte, pero el astro de Camerún, Samuel Eto’o lo trajo para esta entrega.

Libre, coincidencia o no, la prensa internacional dio a conocer la desaparición de la condesa Francesca de Augusta en su millonaria villa. Días después fue encontrada en la costa francesa, en Saint Tropez, distante cientos de kilómetros de la costa italiana. Que se arrojó al mar, que le ayudaron, o bien, la llevaron mar adentro para asesinarla. No sabemos, pero el silencio nos indica que el robo al Partido Socialista Italiano por el ex ministro Bettino Craxxi y sus auxiliares –Raggio, el principal–, la muerte de la Condesa de Augusta, el lavado de ese dinero en transacciones internacionales, pueden ser casos cerrados.

Admiramos al buen jugador que es Samuel Eto’o, está en sus últimos meses como jugador activo, ha escogido ese lugar para su descanso, quizá nunca se entere de estas líneas –lo más seguro—pero bien vale ejercitar acciones vividas, reales, donde Cuernavaca y Morelos fueron escenarios de personajes e intrigas, además como el caso de Mauricio Raggio, crímenes con la complicidad de las autoridades. Podría ser el tema para una cinta de un nuevo James Bond. O la molestia si por aquí sigue don Mauricio Raggio, personaje que tras leer Gomorra de Roberto Saviano, encaja entre los principales boss.

Pequeño el mundo, leemos una nota sensacionalista de un diario deportivo, y nos lleva como marea trasatlántica que Morelos, Cuernavaca particularmente, siempre ha sido un sitio para el buen vivir de personajes de todo tipo, incluidos los mafiosos como Raggio, Sin olvidar a los de Cuello Blanco del tipo de un ex primer ministro de Italia, Bettino Craxxi y un miembro de la realeza, la guapa condesa Francesca Vacca de Augusta.

facebook

Bookmark the permalink.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.