TERTULIA POLÍTICA, Por Pedro Martínez Serrano
Fauna legislativa
Tengo la impresión de que varios integrantes de la actual legislatura local, son sujetos que no acusan un estado correcto de salud mental. Oportunistas desvergonzados que lo único que tienen es dinero, para comprar los espacios que hoy ocupan y, desde ahí, añadir ceros a sus cuentas bancarias, gracias a la componenda facilona, agachona y servil, con el gobernador Graco Ramírez Garrido y quienes con él trabajan.
En la actual fauna legislativa, hay de todo como en botica, lo mismo señoras deschavetadas, que sujetos enloquecidos de poder y dinero que no hacen más que avergonzar a los morelenses, con sus desplantes de pendejismo y cobardía; de soberbia y estupidez que, en la mayoría de los casos, un solo propósito los mueve: la dadiva, el pago a cambio de levantar el dedo como imbéciles sin talento, sin dignidad y, lógico, sin idea de lo que provocan con el voto irresponsable que emiten a cambio de dinero.
Y aunque hay muchos, existen dos ejemplos a la mano, que ilustran de cuerpo entero la estupidez que etiqueta hoy al Congreso del Estado, se trata de Javier Estrada González, el mismo que en un desplante de soberbia, ingenuidad y pendejismo, antes de tomar posesión del cargo que hoy ocupa, un domingo por la tarde, bajó de su camioneta, acompañado de ayudantes y amigos y se arrancó a repartir billetes de 50 y 100 pesos, a quienes cruzaban a su paso.
El segundo, es el oportunista, advenedizo y ladrón, Jaime Álvarez Cisneros, un sujeto servil que al amparo de bebidas embriagantes se envalentona con las mujeres y le da por abofetearlas, proclive al ridículo, como el que exhibí hace poco más de un año, cuando hice circular fotografías en las que, ahogado de briago, se exhibía en una de las cantinas de lujo, de las muchas que hay sobre la Avenida Río Mayo.
Precisamente ese par de enloquecidos de poder y serviles diputados, a cambio de componendas y dinero, son exhibidos hoy, lógico, por desplantes imbéciles que los muestran como son, un par de ignorantes que, para acceder a las posiciones que han ocupado, no han tenido ningún otro mérito, más que suerte y dinero.
El primero, Faustino Estrada González, de quien me dicen que padece algunas adicciones, una de ellas que lo trae siempre alterado, se atrevió a principios de la legislatura, en una sesión de la junta de coordinación política, a ningunear, ofender y amenazar con romperle la madre a la diputada Hortencia Figueroa. No sólo eso, uno de los presentes me deslizó la versión de que la hizo romper en llanto, cuando hasta de puta la trató.
Y aunque el asunto parecía olvidado, no fue así, la semana anterior fue mostrado a la luz pública y, por ello ayer, como lo anota mi amigo el periodista Osvaldo Salazar, el esposo de la legisladora, el esposo de la legisladora y ex presidenta municipal de Jojutla, Roberto Soto Castor, se apersonó en la sede del Congreso del Estado y encaró a Javier Estrada.
Al filo de las 3 de la tarde, Roberto Soto Castor quien es Secretario Ejecutivo de enlace para asuntos de justicia oral -dependiente de la Secretaria de Gobierno- entró al pleno del Congreso y avanzó hasta la curul del diputado del Partido Verde, Javier Estrada González.
Llegó tranquilo, sin aspavientos y encaró al diputado. Estrada se levantó de su asiento y nervioso tomó rumbo hacia la salida del pleno.
Para ese momento, dos de sus guaruras ya habían invadido el pleno y trataban que los medios no tomáramos testimonios. Soto Castor se fue hacia el otro extremo del salón, donde explicó que encaró al diputado para preguntarle si verdaderamente pretendía romperle la madre a su esposa y con ello dar la cara por el honor de Hortencia Figueroa Peralta.
Dijo que lo buscó en el Congreso porque es el un lugar donde podía encontrarlo.
Estrada pidió que lo retiraran del Pleno y regreso a su asiento para pedir el uso de la palabra.
Por lo que toca al pusilánime Jaime Álvarez Cisneros, precisamente quien se encargó de pagar a los diputados de la anterior legislatura, que votaron a favor del crédito multimillonario con el que Graco consumó su primer gran robo a los morelenses, fue exhibido ayer por mi amigo, el periodista Edgar M. Arroyo, por oportunista y ventajoso, al tratar de que se integre una Comisión Editorial, para promover la lectura entre los morelenses, a lo que le recomiendo que se despreocupe de quienes leemos o no, que se preocupe por leer él, porque no hay que rascarle mucho, para confirmar que es un sujeto ignorante, apocado y ladrón.