Por Javier Jaramillo Frikas
En busca de la Identidad Robada…
Son los meses, son los hechos, es el corazón, son los sentimientos, la añoranza, ¿O son los años? Este espacio le hemos dado todo tipo de uso, aunque originalmente trataba temas de política. Desde siempre hemos gustado de la crónica, tanto de sucesos o eventos públicos como de personajes populares, pero encima de ello, a la familia. Con el interés de un amigo lector que pregunta el porqué de tanta efeméride de amigos y parientes ya idos, y hemos hecho a un lado los asuntos de la vida política, habrá varias respuestas pero colocamos dos que para el que escribe son fundamentales:
1.- Una somera revisión a la información pública de los últimos 10—15 años, nos lleva al predominio de actos sangrientos que ganan los titulares. Derivado, en su mayor parte, de la presencia abierta de grupos importantes del crimen organizado que se asentaron bajo la custodia, complicidad y omisión de las más altas autoridades. Son hechos públicos con muchos jefes policiacos en prisiones federales, en los dos gobiernos anteriores de filiación panista, lo saben todos. Ahí la miseria tornó en putrefacción y la sociedad morelense fue agredida brutalmente. Este rubro criminal ha estado presente en los 33 años de esta columna o en notas de diarios nacionales donde laboró el que escribe, como El Universal y Excélsior, incluso en un diario francés: Le Fígaro. Nunca hicimos tareas que corresponden a las policías o militares y cuidamos no ser timados con filtraciones, conociendo la peligrosidad de estas organizaciones. Eso junto con la intención de auto protección llevaba implícito que la tarea periodística —con investigaciones— no es función policiaca. Los mismos hechos muestran que las mayores hermandades del narcotráfico son con policías de toda corporación, políticos servidores públicos, ahí está el caso de Iguala y los jóvenes desaparecidos y seis muertos de la Normal de Ayotzinapa.
Morelos ha sido lastimado de manera brutal y junto con los crímenes por centenas, se destruyen valores que nacen en la escuela y el seno familiar. Eso lleva a tener identidad, querencia por al terruño y la intención de ser buen vecino, mejor ciudadano. ¿Dónde nos encontramos hoy como sociedad? Atrapados y sin salidas.
2.- Morelos necesita recobrar valores, que no vendrán de los gobiernos que uno tras otro han demostrado desinterés, ocupados en el combate al crimen sin los resultados que una sociedad herida, sangrando, satisfacen. Es innegable. Así, una práctica común de un servidor ha sido mostrar a los que queremos, familia y amigos, a gente honorable, con las mejores acciones en sus vidas. Es desde siempre. Sin embargo, la agresión a la sociedad que formamos, obliga a mantener esos valores presentes, buscarles vida, porque desde la familia como base medular de una sociedad, se tienen que buscar caminos que nos lleven a recuperar confianza, eliminar temores y volver a escenarios prometedores. A partir de ahí, esta columna a través del amor de los ausentes y los presentes (entre ellos los jóvenes a quienes les hemos quitado libertades por las guerras intestinas de los bandos criminales y la incapacidad del gobierno, cuyos policías acaban por lastimarlos confundiéndolos con maleantes, humillándolos tirados en las banquetas, para revisar lo que traen, cuando a unos metros pasan Los Barones del Crimen y se guiñan el ojo). Acciones inmorales bajo pretexto de Guerra a la Delincuencia. Un rasero a modo de la ineficacia oficial.
Nunca como en estos días y años los aparatos telefónicos portátiles, las redes sociales, se han usado a altas horas de la noche para que los padres puedan monitorear en qué sitio se entretienen, como un derecho histórico en este caso aniquilado, sus hijos y nietos. Esta es una de las partes sensibles: arrebatarles la tranquilidad y la multiplicación de amistades, porque la calle es muy peligrosa y la muerte ronda por cada camino de Morelos. ¿Y no es así? La sociedad morelense empezó con la estupefacción, paso al temor, de ahí al terror, y se ha estacionado en un hartazgo que se acerca a la pérdida del miedo. Cuando eso inicia, es difícil que el gobierno que sea, cambie la actitud. Los morelenses, entonces son otros a partir de la violencia sin freno y la probación que sus gobernantes permitían acciones de alta criminalidad directamente o vía sus jefes policiacos. Están presos, no hay manera de desmentirlo. Estos gobiernos vivirán, para siempre, con la verdad histórica de sus viles relaciones. Sin manera de revertirlo. El espacio está abierto para que echen abajo la realidad y el conocimiento general de sus actos. Están documentadas públicamente, desde que los medios informativos actuaban a fondo, como ahora que apenas arañan la superficie de la profunda realidad.
El recuerdo de un padre, la madre, los hermanos, en este caso especial del que escribe más allá de la costumbre onomástica o de partida, sentimos en las entrañas la necesidad de gritarle a los paisanos, a todos quienes habitamos Morelos, que ante las fallas de la autoridad en sus niveles, la recuperación de la identidad es acercarse a nuestros pilares, compartir con la familia la buena crianza y buscar a los amigos. Igual acudir y mostrar a los que vienen que en cada poblado de nuestra entidad las cosas bellas siguen de pie y que algún día, algún día, podremos disfrutarlo juntos.
En cuanto sigamos respirando en el agrio ambiente, imposibilitados de la alternativa de combatir a un enemigo que no conocemos pero nos ha hecho estragos como es el crimen organizado y la incapacidad policiaca, hay que tener cerca a la familia, a los amigos, a los conocidos y recordar que Morelos no se vence fácil, que tiene una sociedad a la que le han hecho daño de tantas maneras, que ya se cansó.
Por ello, nuestros muertos siguen vivos, y respondiendo al amigo lector, solo queda la obligación de que la identidad extraviada ante tanta mala noticia y manchones de sangre imborrables, queda la necesidad de cuidar a los que siguen en la escalera hacia arriba en tanto la vida corra para los que tomamos turno para bajar.