EL DOMINGO.>> Mi Madre y Mis Hermanos!…

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(DOMINGO 9 de JUNIO DEL 2024)>>>>

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           La Escritura atestigua que el pecado está presente desde el inicio de la humanidad, que sabe cómo apropiarse del lugar que solo le corresponde a Dios. El pecado se presenta por medio del engaño, la curiosidad, el deseo de autonomía, los compromisos que sofocan la libertad. Y nosotros podemos atestiguar que alcanzamos a  distinguir el bien y el mal; pero sólo cuando ya estamos atrapados por el segundo y no encontramos escapatoria, privados de la vida y muriendo día a día lejos de Dios.

            Más hay solución: Jesús se nos  presenta hoy como el más fuerte, el que vence al demonio. Él es quien fue anunciado al comienzo de la humanidad, el descendiente de la mujer que tiene poder  para aplastar la cabeza de la serpiente. La promesa del Génesis se cumple en Jesús, que nos ofrece el perdón de los pecados. Por eso podemos alcanzar la voz, suplicando al Señor que perdone nuestras faltas; podemos reforzar nuestra profesión de fe: “De ti viene la redención, el perdón de los pecados; tú nos redimiras de todos nuestros delitos”.

               La familia de Jesús pensaba que se estaba volviendo loco; los escribas decían que estaba poseído por el jefe de los demonios, pero Jesús habla claro: a él lo mueve el Espíritu Santo. Así que nos toca revisar lo que  pensamos de Jesús y analizar nuestras acciones ante Él. Hoy la palabra nos llama a entrar en una nueva manera de relacionarnos con Dios, aceptando lo que Jesús nos propone. Revisemos lo que  pensamos, porque lo mejor es que creamos que en Él se cumplen las promesas de Dios, dichas desde el inicio.

             Hoy podemos confesar nuestra fe en Jesús, el hijo de María, que tiene autoridad sobre satanás y que nos da su Espíritu para que podamos vivir según Dios, guardando sus mandamientos. Revisemos nuestra acciones porque hoy tenemos una oportunidad grandiosa: salir de nuestra familiaridad con Satanás, causada por nuestros pecados, para formar parte de la familia de Cristo, gracias al perdón de Dios que Jesús mismo nos ofrece. Podremos vivir  de nuevo en casa cumpliendo la voluntad de Dios; podremos experimentar lo que Dios ha pensado desde el principio para nosotros: ser su familia, sus hermanos, sus hermanas, su madre.

 

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