EL DOMINGO.>>
“Bendito quien confía en el Señor”.
Después de narrar los relatos vocacionales y la elección de los Doce, san Lucas identifica las características de los discípulos que Jesús ha escogido. En este pasaje, Jesús se dirige directamente a ellos, distinguiendo entre quienes ya están alineados con la voluntad de Dios y quienes aún necesitan ajustar su vida a sus criterios.
Jesús califica a los primeros como “pobres”: aquellos que pasan hambre, lloran, y son objeto de odio y rechazo por ser cristianos. A pesar de su sufrimiento, son herederos del Reino de Dios, y su recompensa será grande en el cielo. Los otros, a quienes llama “ricos”, han recibido ya su consuelo en este mundo. Ellos confían en sus riquezas, viven saciados y son bien aceptados , como los falsos profetas del pasado.
La enseñanza de Jesús no es una simple preferencia por los pobres o una condena directa a los ricos. Lo que propone es que se considere a él como el valor supremo, subordinando todo lo demás. Esto implica vivir sin apego a los bienes materiales, compartir con los necesitados, y confiar plenamente en Dios, aún si eso conlleva rechazo. Quien viva así, estará en sintonía con Dios y experimentará gozo pleno en el futuro.