TERTULIA POLÍTICA, Por Pedro Martínez Serrano
A medida que se acerca el momento de la designación de candidatos, a los cargos de elección popular que se van a disputar en junio del año próximo, se aclara también el panorama y se exhibe el profundo desgaste de los partidos, de la Revolución Democrática (PRD) y Revolucionario Institucional (PRI), el primero al frente del gobierno estatal y, el segundo, del federal. En ambos casos en Morelos, arrastran un severísimo desgaste.
En el Partido de la Revolución Democrática, su principal activo, es su principal negativo: el gobernador Graco Ramírez, a quien la inmensa mayoría de los morelenses, no solo rechaza, sino que detesta, por tanta estupidez en que ha incurrido en agravio de la población; la peor de ellas, lógico, su empeño en atizar las condiciones de criminalidad e inseguridad que golpean a los residentes de los 33 municipios.
Graco, su cerrazón, sus raterías y su insaciable estupidez, junto con el escándalo del asesinato de estudiantes en Iguala, presuntamente a manos de un grupo armado, afín a los intereses de José Luis Abarca Velázquez, el perredista que gobernaba ese municipio, han colocado al Partido de la Revolución Democrática en sus peores niveles de aceptación y preferencia en Morelos.
Pero no sólo eso ha generado el descontento de los morelenses con el (des) gobierno de Graco Ramírez; sus mismos correligionarios, enchufados arbitrariamente en la nómina gubernamental, están hartos de pagar caprichos de la familia real; de su majestad Elena Cepeda o del príncipe heredero; el hijastro real, Rodrigo Gayosso.
El más reciente caprichito, fue la presentación en el estadio de futbol Zacatepec (cuya reconstrucción dejó también millonarias comisiones a la familia real), del cantautor michoacano, Marco Antonio Solís, cuyos boletos le fueron endilgados a los burócratas, a quienes se obligó a pagar a costa de rudas tarascadas de su salario.
La larga lista de estupideces y abusos que encienden el coraje de los morelenses en contra del Partido de la Revolución Democrática y todo lo que a él represente, especialmente sus próximos candidatos, se contrarresta desde el Revolucionario Institucional, con la actitud tibia y agachona de su presidente, Rodolfo Becerril Straffon quien, convertido en un títere, está sometido a la voluntad y capricho de Amado Orihuela Trejo y Maricela Sánchez.
La posición pelele y comodina, esa de dejar hacer y dejar pasar, asumida por Becerril Straffon, ya fue denunciada por los aspirantes a la candidatura priísta a la presidencia municipal de Jiutepec que, en una reciente conferencia de prensa, acusaron que en el comité estatal del tricolor se abraza la intentona de Amado Orihuela, de imponer como candidato a un sujeto improvisado que, a medida en que se le conoce, decepciona al electorado; se trata de un tal Adrián Escamilla Bahena, un camionero ignorante y fanfarrón, del tipo de su protector, el derrotado y desprestigiado ex candidato a gobernador por el PRI.
Así, mientras que en el PRD y en el PRI, siguen buscando fórmulas (sin ánimo de encontrarlas de Graco y Becerril), para remontar el rechazo del electorado, en el Partido Acción Nacional, se la llevan nadando de a muertito y dirimiendo diferencias en privado, con la certeza de que en las de 2015, volverán a encaramarse en el Congreso del Estado, como la primera fuerza política y, además, se colocarán en posibilidad de ganar varias presidencias municipales (según el candidato), incluida la de Cuernavaca, siempre que el abanderado no sea el oportunista, corrupto y traicionero, Javier Bolaños Aguilar, el mejor exponente panista de la política de la bicicleta (se agacha con los de arriba y patea a los de abajo). Su servilismo a los representantes de la Promotora Ambiental (PASA), es el ejemplo a la mano.