homopolíticus | pavesoberanes
D7 / 1ª Parte
El favoritismo nos grava más pesadamente que muchos millones de deuda.
Edmund Burke (1729-1797), político y escritor irlandés.
Las primeras cinco horas de las votaciones del Domingo 7 transcurrieron conforme a lo presupuestado por cuatro candidatos de siete partidos, y en sus gabinetes de campaña había confianza. Una encuesta de viernes por la noche marcaba la diferencia de un punto entre el primero y segundo lugares por la Presidencia Municipal de Cuernavaca.
Con base en aproximaciones de información, las siguientes cinco horas fueron decisivas. Desde las 13:00 horas y al entretiempo del partido Brasil-México -en el que los amarillos vencieron fácil a los limitados Rapiojitos Verdes que salieron de negro-, las mediciones nominales alteraban el tanteador. Cuando el árbitro deportivo decretó el final del medio tiempo, ya Maricela Velázquez y Cuauhtémoc Blanco se habían despegado del resto, en actitud de triunfo.
Tras misa de Catedral, a la que asistió la candidata del PRI para saludar a su amigo el obispo Ramón Castro, se empezó a operar desde tres direcciones diferentes, cada una con sus respectivos flancos, a favor del candidato del Partido Socialdemócrata y contra Maricela Velázquez, mediante el utilitarismo, esa teoría ética de lo que resulta intrínsecamente valioso para los individuos [“El máximo bienestar para el máximo número”] pero que degrada en política.
La reserva de votos –voto útil, voto indeciso-, el 20 por ciento de la lista nominal, más-menos, tenía que direccionarse ante la temprana derrota del candidato del PRD, Jorge Messeguer, lo que sucedió no rebasadas las primeras cinco horas de la jornada de 10. Manuel Martínez Garrigós, Juan Salgado Brito y Graco Ramírez operaron a favor de Blanco, sin éste saber de su sorpresivo apadrinamiento de última hora.
Lo que le sucedió a su candidato -a quien le procurará una plaza laboral importante, sellando el principio de que la lealtad es de ida y vuelta y los acuerdos políticos se honran, y más cuando se es amigo y más aún cuando Jorge Messeguer cargó 45 días todos los negativos de Graco Ramírez- exasperó al jefe de Palacio de Gobierno, pero no lo contuvo. Mandó fuerzas vivas bajo su dominio y por ende a su servicio, como una fracción de transportistas, a votar por el candidato del PSD.
Se entendía desde las 13:00 horas que todo esfuerzo y recurso no había logrado menguar la fuerza electoral de Maricela Velázquez, a quien tenía que impedir su arribo a Motolinía 2. La sistémica campaña negra que resultó millonaria en dinero, no lo fue en puntos ni votos ganados porque la ciudadanía no lo apuntó en su agenda; al final, fueron golpes políticos teatrales sin repercusiones en lo electoral.
La ejecución del utilitarismo electoral se da al filo de las 15:00 horas, cuando Graco Ramírez y aliados –con la condescendencia consciente o no de su enemigo Martínez Garrigós, pero de la mano de Salgado Brito- pensó que, ante la derrota del candidato de su partido, su candidato, su única figura confiable para dejar sucesor propio en 2018, era “mejor Cuauhtémoc que Maricela”, sin escatimar esfuerzo alguno ni tasa límite, pero sí escamoteando tres posiciones clave en el gabinete municipal, si logran superar prueba y señalamiento de fraude: Las Secretarías de Desarrollo Sustentable y Obras Públicas, y la Tesorería, para las cuales ya hay candidatos a ocuparlas.
letraschiquitas.- A Gustavo Martínez, funcionario del poder Ejecutivo que alguna vez escribió fino y sin medir fuerza en El Regional del Sur, rotativo que generosamente le brindó tiempo, paciencia y espacio, le perturbó el contenido de una entrega de la columna Tiempos Modernos del periodista Jaime Luis Brito, subdirector de La Jornada Morelos, a quien advirtió en tuiter que, como “carolo”, es decir, nacido y/o crecido en la colonia Carolina, uno de los barrios bravos de Cuernavaca, cuando se encuentren, “al topón”, le podría por lo menos agredir verbalmente. El funcionario, matriculado alguna vez en la Universidad estatal, llama al periodista “editor iletrado”, y le adjetiva como “puñal”, es decir, cobarde o puto en uso del exquisito folclor lingüístico mejicano que no da identidad, afortunadamente no a todos, y termina su mensaje parafraseando a Wittgenstein: “Los límites de tu lenguaje son los límites de su pensamiento”. Graco Ramírez, sobre el tema, resolvió: “Las expresiones de Gustavo Martinez son estrictamente personales No las comparto y no es postura del gobierno Respeto derecho de crítica”, así, sin acentos, pero también sin comas, en ocasión acaso al ahorro de caracteres en tuiter. Pero para Jaime Luis el problema no es poca cosa: el ataque es directo a su persona es de Graco Ramírez, quien “ha elevado las amenazas e intimidaciones” en su contra.