TERTULIA POLÍTICA, Por Pedro Martínez Serrano
Unos días antes de que asumiera el cargo de presidente municipal, Cuauhtémoc Blanco ofrecía el beneficio de la duda; si no todos, si la mayoría de los habitantes de Cuernavaca esperábamos que el futbolista, asumiera una actitud responsable, seria y comprometida con el desarrollo de la ciudad que desconoce en su geografía, en su gente, en su cultura y en sus costumbres. Nos sumamos a aquellos que, cansados de la forma en que se hace política en Morelos, vimos la oportunidad de un cambio, para estar mejor.
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Muchos vimos en Cuauhtémoc la oportunidad de que Cuernavaca, como decía el doctor Lauro Ortega, se convirtiera en la isla, en donde las olas de la tempestad (que golpean con rudeza a los 33 municipios de la entidad, por el desgobierno de Graco Ramírez), no nos alcanzaran o, cuando menos, lo hicieran con menor rigor. El futbolista ha decepcionado.
Y aunque hasta cayó en gracia el tamaño de la ignorancia del tepiteño, cuando hacía campaña en busca del cargo, especialmente cuando a todo contestaba las sobadas frases: yo no soy ratero, yo no soy político y no le tengo miedo a nadie, el asunto empieza a cobrar preocupación, en especial ahora que el cargo le empieza a quedar grande; ahora que deja la toma de decisiones en sujetos de cuestionadísima reputación y proclives al dinero fácil, al de la componenda y el cochupo, como los hermanos Julio y Roberto Yáñez Moreno, pero también del empresario deportivo de origen español, José Manuel Sanz Rivera.
Eso que empezó como una broma de mal gusto, de los vividores electorales de apellido Yáñez, y direccionó para convertirse en una preocupante realidad, creo que empieza a afectar a los residentes de la sufrida y golpeada Cuernavaca, a quienes ahora, además del mal gobierno y el saqueo de las arcas del Estado, desgobernado por Ramírez, hay que sumar el abuso y la corrupción atizada por Cuauhtémoc Blanco que ignora, como todo aquello relacionado con el servicio público, que incurre en delito por comisión o por omisión. El responsable político de la ciudad, es él, nadie más.
Aquella luz que se veía al final del túnel (otra vez, como decía don Lauro), con Cuauhtémoc candidato; con el Blanco bravucón y rebelde a la imposición, se opacó hasta desaparecer, para mostrar la diminuta dimensión del futbolista y la ausencia de responsabilidad para cumplir compromisos de campaña.
Un manotazo en el escritorio de parte de Graco, bastó para exhibir a un alcalde desflemado y temeroso; un sujeto que además de ignorante, se encuentra extraviado, no sólo en Cuernavaca, sino en los pasillos del poder, esos que los hermanos Yañez Moreno le convierten en espantosos laberintos que lo espantan y alejan de la toma de decisiones.
Y aunque Blanco Bravo, junto con sus titiriteros, fueron sometidos con la decisión de imponer a rajatabla el Mando Único; calificados como socios de bandas del crimen organizado, pero también como rompe-madres, por el odiado y mentiroso gobernador Graco Ramírez, ahora el tepiteño, anda sometido a los caprichos del tabasqueño y en contra de lo que ofreció: actuar del lado de los ciudadanos de quienes, por cierto, se encuentra lejísimos.
Apenas a 70 días de gobierno que hoy se cumplen, en Cuernavaca se empieza a despertar a la realidad y aunque ser ignorante, no es sinónimo de ser ratero, como tampoco de ser incapaz o malintencionado, en el caso de Cuauhtémoc, esa realidad empieza a exhibir a un gobierno municipal corrupto, profundamente corrupto, tanto como incapaz. Se acabó la donación de asfalto y, con ello, las suntuosas obras que ejecutará el ayuntamiento.
Los ejemplos a la mano de que se tiene un gobierno corrupto, en el que Alejandro Villarreal Gasca está sentado en un polvorín, son los relacionados con el contrato del servicio de limpia, bueno de los camiones recolectores que, a decir del secretario municipal, Roberto Yáñez, se paga un millón 800 mil pesos mensuales, lo que me parece es de imbéciles, cuando se puede comprar y pagar en un año todos los vehículos que hoy se alquilan a un amigo de Julio y Roberto Yáñez.
El tema de la asignación del contrato de la Feria de Cuernavaca, es uno más de esos negocios millonarios con los que se favorecieron los Yáñez. Me dicen que la empresa organizadora le entregó un millón y medio de pesos al diputado Julio Yáñez, para que el asunto e resolviera a su favor.
Ayer, el presidente municipal Cuauhtémoc Blanco dio una conferencia de prensa, para arrebatar la carcajada de los asistentes, para mostrarse como lo que es: un sujeto extraviado en los laberintos de la política y el servicio público que, al final del camino, será el responsable de lo que se haga y/o deje de hacer, como también de lo que se robe en el ayuntamiento.
Pintoresco, así como es, bravucón y barbaján, como todos lo conocemos, el alcalde Blanco sumó una nueva advertencia, una nueva frase a su extensísimo lenguaje: estaré firme hasta que termine la administración, pase lo que pase, yo soy una persona de palabra y los tengo bien puestos.
Hace unos días, me hicieron reír hasta la carcajada, cuando me comentaron que en una reunión, el Cuau sin miedo, se dirigió a un diputado con un quiobo cómo estás (¿?), a lo que el legislador repuso: para usted son señor, licenciado o diputado. El alcalde que no le tiene miedo a nadie, no es ratero y no es político, me parece que se está conviertiendo en un peligro para la ciudad; es como un niño jugando con cerillos en medio del pajar.