EL DOMINGO.>>
“Debo ocuparme en las cosas de mi Padre”
Con la centralización del culto en Jerusalén, surgieron prácticas religiosas vinculadas al tiempo. Una de ellas exigía que todo juicio piadoso peregrinará a Jerusalén al menos una vez al año, durante una fiesta importante. Los salmos 120-134 contienen cánticos que los peregrinos cantaban durante su camino hacia Jerusalén, animándose mutuamente para adorar al Señor. Así, los padres de Jesús peregrinaban cada año para celebrar la Pascua. Las familias compartían el viaje: los adultos conversaban y los niños se agrupaban, pero el destino era claro: llegar al templo.
Este contexto ilumina la identidad y misión de Jesús adolescente. El evangelista anticipa un rasgo clave: Jesús es el Hijo amado de Dios, una verdad confirmada en su Bautismo y Transfiguración por el diablo. A pesar de su misión divina. Jesús vivió en familia, sujeto a María, y José, como atestigua el Evangelio. Su familia se nos presenta como modelo: la fe se vive y fortalece en familia, donde Dios confiere identidad ´profunda a cada miembro y fortalece sus lazos.