“POR LA LIBRE” DEL PROFESOR IGNACIO CORTÉS MORELES.>> Sucedió en Navidad Por Ignacio Cortés Morales.->>

  • “POR LA LIBRE” DEL PROFESOR
  • IGNACIO CORTÉS MORELES.>>

(SABADO 17/DICIEMBRE/2022)>>

 Sucedió en Navidad Por Ignacio Cortés Morales.->>

 Capítulo II de IX Justamente a las dos de la mañana, con todos los informes precisos de lo que se debía hacer, dos camionetas enfilaron con destino al municipio de los primos valentones en público, lloriqueantes en privado. Don Alberto encabezaba la expedición. A las afueras de la comunidad se dejaron los dos vehículos y el resto, los cinco hombres lo recorrieron a pie, rodeando para no ser detectados por los motociclistas que, apenas se entra al municipio, recorren de arriba para abajo, dando la voz de alerta sobre lo que pase, entrada y salida de personas, las condiciones en que se va, y hasta se hacen especulaciones. Don Alberto se encontró con sus hombres a las afueras de una bodega, le informaron que dentro había entre ocho o diez elementos que cuidaban la droga, y justamente a espaldas de la alcaldía. Afuera tres elementos, a los que se tendría que eliminar y esperar que salieran otros para hacer el cambio. Primero los tres, cayéndoles igual número de hombres de don Alberto, los arrastraron y los amordazaron, y cinco minutos más tarde salieron otros tres y corrieron igual suerte, entrando los tres a la bodega y luego otros tres. – Pásenle, échense un mezcal; allá afuera hace frío. Se esperaron unos momentos y llegaron los siete hombres. Los seis de don Alberto tomaron posiciones y les gritaron: “¡Quietecitos!, los tenemos rodeados”. Uno a uno fueron desarmados, los ataron y al que era jefe le preguntaron por la droga, contestó que no había tal merca, “¿entonces qué hacían 13 hombres aquí?, ¿es un baile gay?. Tienes dos minutos para contestar y ya un minuto 55 segundos, así que te quedan cinco segundos y contando, cuatro…” al tiempo que sacó el arma, le quitó el seguro y antes del cero, el sicario: “ahí está, ahí está. Debajo de esas cajas hay una bodega y ahí está la coca”. – Muy bien muchachitos, quiten las cajas, formaditos. Así lo hicieron y las 40 ó 50 cajas fueron quitadas; abrieron la puerta del sótano; entraron dos hombres que se percataron que estaba lleno de coca. Le preguntaron al jefe que informó que eran 200 kilos. “pues a moverse que hay que sacarlo todo”. Así lo hicieron y tras sacar los paquetes se rasgaron con cuchillo y se tiró el contenido en el piso. “Dónde está la toma de agua de emergencia”, colocaron la manguera y el agua empezó a caer sobre la mercancía que empezó a mojarse y a correr, hasta que no quedó nada. Entonces ataron a los siete hombres y metieron a los otros seis, amordazados. Uno de los hombres de Alberto descubrió que en la parte de atrás había una puerta que daba a la presidencia, es decir, el alcalde podía entrar y salir si necesidad de ir a la calle, seguramente lo hacía para supervisar la mercancía. Se tomaron decenas de fotos de la mercancía, del lugar y las enviaron a distintos medios de información, periódicos, radio, televisión y redes sociales, empezando con la foto del alcalde y del primo, sonrientes. Ya con don Alberto, entraron a la presidencia, identificaron la tesorería, la caja fuerte y sacaron el dinero. “¿Cuánto hay?”. “Mucho, millones”, fue la respuesta. Sáquenlos, divídanlos entre siete, póngalos en cajas y tírenlos en la plaza principal para que las personas los tomen. Si tuviéramos más tiempo los llevaríamos a las colonias, pero los hombres del alcalde nos descubrirían y no quiero entrar en confrontaciones”. Así lo hicieron, los millones de pesos quedaron esparcidos en la plaza y algunas cartulinas donde decían: “Feliz Navidad. El dinero es tuyo, tómalo. No abuses, es para todos”. Don Alberto y sus hombres salieron antes de las cinco de la mañana, llegaron a las camionetas y se fueron al hotel. Los gritos de Arturo los despertó: “Están llegando a la plaza y los pobladores toman los billetes. El alcalde y el primo arribaron a la alcaldía. No pudieron tomar billetes porque las manos las tenían vendadas, los dedos estaban en malas condiciones por el portafolio maligno que se cerró cuando tenían las manos dentro. Entraron a la presidencia municipal, de ahí a la tesorería y vieron que todo estaba en orden, pero a los pocos instantes entró el tesorero: “La caja fuerte está vacía. No hay un centavo”. El alcalde y el primo se asomaron a la ventana, decenas de pobladores tomaban dinero en la plaza. Sabían que era el dinero de la presidencia. Se recargaron en la ventana. Nada podían hacer. Enseguida un policía entró: “Señor, la bodega”. “¿Qué pasa con la bodega?”. “Los hombres están amordazados, hay mucho agua”. El alcalde y el primo llegaron por la puerta de la alcaldía. Lo que vieron los dejó mudos, los 13 hombres atados y amordazados, el sótano abierto. Corrieron hacia ella y la vieron vacía. “La mercancía, ¿dónde está la mercancía?”. Desatados, los hombres narraron lo que sucedió. El alcalde chillaba, berreaba, moqueaba, “siete millones de la tesorería tirados en la plaza y 200 kilos de coca hechos agua, ríos”. Desesperado golpeó la pared y el dolor de las manos subió de intensidad, por lo que gritó desesperado. El primo se le acercó, lo quiso abrazar y el alcalde lo rechazó. “¿dónde estabas?. Estos hombres me los recomendaste tú, que eran de élite y mira nada más, millones tirados a la basura. Si hubiera sido la policía se lleva la droga y luego la recuperamos, pero ahora ¿cómo?. El agua la desapareció y tus hombres lo permitieron. Son unos imbéciles. Lárgate”. – Primo, no te pongas así, vamos a denunciarlos – ¿A quién? – Debe ser don Alberto y sus hombres. – ¿Cómo lo probamos?. Además, ¿qué vamos a decir?: fíjese que descubrieron nuestra coca, le echaron agua y la desaparecieron. – Vamos a matarlos En ese momento entró otro de los ayudantes del alcalde, “señor, señor, salió usted y su primo en todos los periódicos nacionales y locales” – ¿Tú ordenaste alguna inserción pagada? – No primo. – Entonces ¿cómo es que nos publicaron?. Al abrir los periódicos las caras del alcalde y el primo sonrientes y fotos abajo con la droga. El título: “¿Narcos? Otro de los ayudantes, “en todas las redes sociales están sus fotos y el mismo letrero, el de los periódicos: ¿Narcos?”. Volvieron a subir a la alcaldía y siguieron viendo por las ventanas la felicidad de los pobladores que seguían tomando dinero. Un hombre de edad avanzada con su nieta, “mira abue, con este dinero compraremos tus medicinas y hasta nos quedará para la cena de Navidad. Mi abuelita se pondrá muy contenta. Gracias a quien haya dejado este dinero. Seguro que viene del cielo”. Una joven, “con este dinero voy a pagar mi ciclo escolar, útiles y uniforme para la secundaria. Además de que la Noche Buena habrá verduras, frutas y hasta carne para la cena. Mis papás se pondrán muy contentos”. Un niño se apuraba a tomar billetes que sobre el suelo se esparcían, “con esto mi mamá no tendrá que lavar ropa ajena esta semana, habrá comida hasta después de Navidad. Quien haya sido, la verdad es que lo agradezco. Mi mamá ya no puede más, trabaja mucho y es necesario que se tome un descanso”. Todas estas escenas eran vistas por don Alberto porque había puesto cámaras diversas para darse cuenta de ello. “Esto me hace muy feliz, que las personas se sientan bien. Además, el dinero es suyo, Lo tenía el presidente municipal indebidamente. Es lo que le dan para el pueblo, pero se queda con buena parte, sin contar la venta de droga. Por lo pronto está en boca de todos y seguramente las autoridades van a apersonarse para hacer preguntas, y si se vuelven a enconchar o se dejan sobornar, enviaremos los vídeos y audios a los medio para que se haga justicia. Es hasta que este par termine en la cárcel. También sé que más miembros de su parentela están metidos hasta las orejas y lo van a pagar y va a ser más temprado que tarde. Se sabe que en la entidad esta familia tiene la protección de las autoridades policíacas; pues también vamos sobre ellas. En lo que pueda, y más en estas fechas, vamos a trabajar por la justicia y cuento con ustedes. El grito de aprobación de todos los que estaban en la habitación se dejó sentir con gran convicción sobre lo que están haciendo. En la explanada, una niña tomaba billetes, con esto voy a llevar a mi madre al doctor y para Navidad estará bien y nos sentaremos a la mesa y cenaremos; volveremos a cantar. A mi padre le contendré la bebida, vamos a pasarla bien todos, alegres, sin gritos y sanos. Mamá, mira, con esto, nos vamos al doctor inmediatamente y te compraré tus medicinas y habrá comida para que te restablezcas. Gracias, gracias por este dinero”. María tomaba el dinero del piso y pensaba en su padre que estaba en la cárcel porque se robó unos panes para llevar a su casa. “Con este dinero lo sacaremos y estará con nosotros en estos días tan hermosos. Papá, no lo volverás a hacer. Con este dinero se tendrá suficiente hasta que consigas trabajo. Te agradecemos tu acción. La policía llegó y te sacó a empujones de la casa; ni nos comimos los panes, pero te metieron a la cárcel y ahí te quedarías de no ser porque alguien dejó este dinero por acá. Voy Por mi mamá y te sacaremos hoy mismo”, dijo María, guardando en la bolsa el dinero que podía. “Con este efectivo, nos casaremos, Martha, ya lo verás y nos iremos de viaje. Voy a luchar todos los días para hacerte feliz. Gracias por este dinero. Te voy a ver en la tarde y fijaremos la fecha de la boda y será para siempre porque procuraremos apoyaros en todas las acciones que emprendamos para salir adelante. Todos tomaban el dinero y don Alberto se sentía feliz. Se sentó y se sintió satisfecho. Era su buena acción del 17 de diciembre. No escuchaba lo que decían las personas que se hacían del dinero, pero sus rostros lo decían todo, sus actitudes, y nadie se detenía; eran decenas de personas y seguían llegando. Lo que pedía era que cada quien tomara lo que necesitaba para ser feliz en estos días tan especiales, tan de magia, donde se quisiera que todos fueran felices. Él sabía que no todos podían ser felices porque algunos, como los corruptos primos y varios miembros de esa familia, están metidos en cosas terribles, y quienes andan en malos pasos siempre les irá mal, hasta cuando les vaya bien. Su mala vibra así es. En el fondo se odian cuando odian a los demás. En el pecado se lleva la penitencia. El pueblo seguía tomando el dinero, Don Alberto feliz y los dos primos se derrumbaron, quedaron de rodillas ante lo que veían. Entró la hija con dos hombres trayendo el portafolio. “Papá, dejaste este portafolio. Está muy pesado, me tuvieron que ayudar a traerlo”. El alcalde y el primo se acercaron al portafolio. Pidieron que lo abrieran; no podían por las manos vendadas. Al abrirlo, arena, no estaba el dinero que les había dejado don Alberto. Los dos cayeron de bruces, llorando, gimiendo, en una escena grotesca. Millones perdidos en menos de 24 horas. Los periódicos tirados en el piso, con los rostros sonrientes del alcalde y su primo, con el letrero de ¿Narcos?, y los dos personajes casi privados por el lloriqueo

 

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