Por Gerardo Fernández Casanova
BATMAN CONTRA LOS CORRUPTOS
En consecuencia con su destino manifiesto conferido de manera indiscutible por Dios, el Tío Sam emprende ahora una vigorosa campaña contra la corrupción, de alcance mundial pero con especial énfasis en la irredenta América Latina y Caribeña. Batman encabeza la nueva cruzada acompañado de otros superhéroes del panteón mitológico de las tiras cómicas gringas por ser el más representativo: heredero de una enorme fortuna, seguramente generada por el trabajo esclavo, que busca aliviar su conciencia combatiendo al maligno. Superman fue eliminado en la contienda por el liderazgo en razón de su dudoso origen y por usar los calzones rojos y por fuera, lo que restaría seriedad al empeño depurador.
La campaña se suma al conjunto de tareas destinadas a erradicar los demonios del comunismo, del narcotráfico y del terrorismo, entre otras, que han pervertido la historia de las otrora colonias de los imperios católicos de España y Portugal. Estados Unidos tiene la facultad para certificar a los regímenes que son afines a los objetivos de tales tareas, así como de quitar el certificado (descertificar) a los que, por la causa que sea, son remisos u opositores a ellos. El origen divino de tal derecho hace que no admita discusión, por algo y para algo se es hegemónico e imperial; derecho que también aplica para ser corruptos, terroristas y narcotraficantes.
El designio es claro: acabar con la corrupción, primeramente con la que se manifiesta en el anhelo de abandonar el redil de la cordial supeditación de las naciones al venturoso destino marcado por los Estados Unidos. Es imperdonablemente corrupto quien antepone los vulgares intereses nacionales a los de las empresas imperiales, virtuosas proveedoras de progreso, paz, salud y caridad para sus pobres esclavos al sur del río Bravo. Conforme al catálogo, no son corruptos los que mantienen enhiesta la bandera de la democracia y de la libertad, que se resisten a las tentaciones de las falsas ideas populistas e, incluso, las combaten hasta en las Naciones Unidas; los que incorporan al bagaje cultural de sus naciones el no diferenciar entre los gerentes públicos y los privados; los que, en vez de andar con corruptelas, saben el arte de hacer negocios legales; los que, en breves intermedios entre cargo y cargo reciben, sin conflicto de intereses, los beneficios por anteriores y futuros contratos de obra; los que, en resumen, están imbuidos en el American Way of Life and Bussines, en pro del sano desarrollo. Peña Nieto y Juan Manuel Santos son buenos modelos a seguir en este buen comportamiento.
Verdaderos corruptos, los incorregibles y anacrónicos nacionalistas, hijos e hijas de Hugo Chávez, que osan confabularse en afanes de integración ajenos al debido padrinazgo yanqui; que hasta llegan a dar entrada a los diablos orientales con sus carretonadas de dólares o yuanes y asociarse con ellos en proyectos importantes. Los de la costa atlántica de Sudamérica que ofendieron a Bush Jr. y mandaron al ALCA al carajo ¡Háganme el favor! Ahora les toca a ellos el irse a un peor carajo.
Por fortuna Batman cuenta con aliados que son baluartes de la honestidad en sus países: los dueños de los medios de comunicación y los líderes empresariales, hastiados de tanta corrupción y populismo. Con poderosas armas de combate económico y de desinformación, Batman y sus aliados se aprestan a bombardear los regímenes que el pueblo, engañado por la demagogia progresista, eligió en mala hora. Es justa y necesaria la acción depuradora. Brasil, Argentina y Venezuela son, por lo pronto, los sitios prioritarios y estratégicos del desempeño de la cruzada que, aún sin lograr derrocar a sus nefastos dirigentes, genera tal grado de desestabilización que, con toda certeza, hundirá a sus países en la peor de las crisis.
Ironías aparte, la corrupción debe combatirse a ultranza y sin distinción de buenos y malos corruptos, no como en Guatemala donde los corruptos en el gobierno fueron defenestrados y reemplazados por los corruptos en la banca. La lucha por una sociedad justa es radicalmente incompatible con el tráfico de influencias y el negocio con los recursos públicos sea con gringos, chinos o autóctonos.
¡Que no nos vengan los gringos del lobby con lecciones de pureza!
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