TERTULIA POLÍTICA, Por Pedro Martínez Serrano
Cuauhtémoc
Lo ocurrido el domingo anterior durante la jornada comicial, en la que la gran sorpresa, fue el triunfo del futbolista Cuauhtémoc Blanco Bravo, no es más que el resultado del hartazgo ciudadano con los partidos políticos, pero también un signo clarísimo de que las alianzas, las coaliciones con partidos aventureros, no son más que un simple espejismo, en el que los únicos beneficiarios son los concesionarios de los mismos.
A medida en que se fue confirmando el ya me lo chingué, se fue desatando también un furiosa embestida en contra de quien, el único pecado que cometió, fue haber ganado la elección en la que, el gran perdedor fue el extraviado gobernador Graco Ramirez, cuyo delfín, Jorge Messeguer, no hizo más que el ridículo. A muchos nos movió a la lástima.
A Cuauhtémoc Blanco Bravo, el segurísimo presidente municipal de Cuernavaca, a partir del 1 de enero de 2016, se le ha golpeado con una rudeza innecesaria; se le ha cuestionado su escaso nivel académico; se le ha acusado de violento, como también de ser títere de los hermanos Julio y Roberto Yáñez Moreno.
Quienes cuestionan la voluntad mayoritaria de los ciudadanos de Cuernavaca, que decidieron entregar su voto a Cuauhtémoc Blanco, para que sea nuestro presidente municipal, condenan el hecho de que Manuel Martínez Garrigós operó con su estructura a favor del triunfo del futbolista.
Sobre las opiniones que se han vertido, desde mi punto de vista a la ligera, en contra de Cuauhtémoc creo que vienen cargadas de dolo, resentimiento y frustración, algo así como cuando pierde el equipo de futbol de quienes son aficionados a ese deporte.
De manera coloquial y con el perdón de quienes leen este apunte, voy a recordar la frase que dicta que el titulo no quieta lo pendejo… Muchas veces lo enaltece, lo que trae también a mi memoria, a un tijuanense de excepción que sin haber cursado más allá de la instrucción secundaria, asesoró a muchos alcaldes y, desde ahí, con su consejo y recomendación respetuosa, ayudó ordenar la ciudad, impulsó su desarrollo y alentó la seguridad ciudadana.
Don Óscar Genel fue un periodista muy querido en aquella ciudad fronteriza, convulsionada por la inseguridad, el vertiginoso desarrollo que mantiene y los efectos colaterales que eso provoca. Decía Don Oscar, me decía de manera recurrente, cuando me invitaba a tomar café, para compartir conmigo algún tema del momento: Don Pedro, los grandes problemas no se resuelven con grandes estudios; se solucionan con sentido común y voluntad.
Y eso siempre he creído, que el sentido común, la voluntad y el valor de hacer las cosas es lo que conduce a hacer lo correcto, por eso creo que una persona como el señor Blanco, debe ser acreedor al beneficio de la duda. Es un sujeto que ha vivido como campeón y propone hacer de Cuernavaca una tierra de campeones. Hay que ayudar a que eso ocurra.
Los temas más sensibles de Cuernavaca, son la inseguridad y la deteriorada imagen turística, frente a lo cual creo que se debe aplicar aquella orden que ya antes he contado a manera de anécdota y que dio un alcalde tijuanense a su tramposo jefe de policía:
─ Oiga me dicen que en el callejón Coahuila están vendiendo droga, le soltó Jesús González Reyes (que no terminó ni el bachillerato), presidente municipal de Tijuana a su jefe de policía…
Tramposo y evasivo, como son los jefes policiacos en aquella ciudad, para no perder los ríos de dinero que llegan a sus escritorios, para dejar actuar a su voluntad a los líderes del narcotráfico, el titular de la policía municipal respondió:
─ Señor presidente, le recuerdo que el asunto de las drogas prohibidas, es del fuero federal…
No terminaba su expresión el irresponsable chota, cuando el presidente municipal lo atajó:
─ No sé de qué fuero sea el asunto, pero usted está para prevenir… Ponga una patrulla enfrente y va a ver que van a dejar de vender…
Un ejemplo más del sentido común del que hablaba Don Óscar, es el que tiene que ver con la imagen de ciudad que, a consecuencia de la diferencia de partidos que gobernaban el estado y el municipio; Eugenio Elorduy, del PAN, y; Jorge Hank, del PRI, respectivamente, peleaban por lucir y/o exhibir, en detrimento de los tijuanenses.
En aquella oportunidad, Don Óscar Genel les aclaró el daño que provocaban y con puro sentido común les recordó: Una mano lava a la otra y juntas lavan la cara.
Por lo que toca a la operación política de Manuel Martínez Garrigós en esa causa, me parece que es una persona en pleno goce de sus derechos y, aunque se le acuse de todo y por todo, creo que nada se le ha probado y, por ello, puede apoyar lo que mejor le plazca, mientras no actúe al margen de la ley.
Así pues, creo que hay que esperar, los primeros signos del manejo político de Cuauhtémoc, a quien se le puede cuestionar por muchas cosas, menos de ser dejado o títere de nadie; mucho menos su pendejo.