GERARDO FERNANDEZ CASANOVA>>
LAS VERDADES EN LA FOTO Y EN LA PELÍCULA>>
Uno de los factores que en mayor grado afectan a la cultura política del ciudadano es la forma en que recibe la información, siendo lo más frecuente que perciba la información del momento –la fotografía- e ignore la historia o los antecedentes del caso –la película- y en ello base su criterio. Esta es una de las columnas en que se sostiene el manejo sesgado e interesado de la información y una de las formas más eficaces de esconder la realidad.
Por ejemplo, en el muy manoseado tema de la ola de la migración, principalmente la que llega de África a Europa, se informa de la terrible y peligrosa hazaña de cruzar el Mediterráneo en cáscaras de nuez con frecuentes naufragios tragedias humanitarias; los ciudadanos de los países receptores se alarman y se cargan hacia partidos ultranacionalistas y fascistas en respuesta a lo que llaman la invasión de los migrantes negros e islamistas. Califican de tratantes de personas y castigan a quienes, de manera limpia o sucia, prestan el servicio de trasladar a los migrantes brincando todos los obstáculos aduaneros correspondientes. Pero difícilmente tales informaciones, generalmente alarmistas, hacen referencia a la historia de las compañías de ingleses, holandeses y españoles que, incluso con participación accionaria de sus respectivas coronas, esclavizaron a un gran número de naturales para ser vendidos en América y en la misma Europa. Tampoco se detienen a considerar que la extracción multimillonaria de los recursos de los países por ellos colonizados, generó la secuela de miseria y hambre que azota a sus poblaciones, q que es causa de que la gente tome hoy el riesgo y la aventura de la migración. Igual sucede con la migración latina a los Estados Unidos, que corre la misma suerte de ignorancia histórica.
Saco esto a colación como muestra de cómo suele ser la reacción ante determinadas e interesadas informaciones recientes. Me refiero particularmente a mi último artículo, que llamé especial por el contenido de engaño y manipulación que se hace respecto de la figura de los llamados diputados plurinominales, ante la embestida del PRI y del PAN para tratar de reducirlos al mínimo. Resulta que la prensa a dado cuenta, con frecuente veracidad, de la fotografía de los llamados pluris, presentándola como la escoria de la cámara por no haber sido electos directamente por el pueblo y, con frecuencia, ocupar el cargo por razones de amistad, familiaridad o compromiso de los partidos. Esa es la fotografía del momento y fácilmente lleva a conclusiones equivocadas en el sentido de que es conveniente eliminarlos; la intencionalidad aplicada en ello por parte de la prensa al servicio del régimen se esmera en así mostrarlo.
Es responsabilidad ética de quienes nos dedicamos al análisis político el ofrecer al lector el marco de referencia para formar su criterio respecto de la noticia; dejar de hacerlo es contribuir a la desinformación y a la deformación de la incipiente cultura política.
Para el caso que hoy nos ocupa, los pluris y la intención de eliminarlos o reducirlos, hay que tomar piso desde la crítica de la condición de representatividad de una supuesta democracia que se pretende representativa. Hay que partir desde la consideración de la aplastante unicidad hegemónica que ejerció el PRI durante casi todo el siglo xx y de cómo las presiones social e internacional obligaron al régimen a ir abriendo espacios, en principio meramente decorativos, a las fuerzas opositoras comenzando en los años 60 con la iniciativa del presidente López Mateos de crear la figura de los “diputados de partido”. Las presiones continuaron exigiendo mayor representatividad y, a fuerza de haber sido candidato único en la elección presidencial, López Portillo con Jesús Reyes Heroles como secretario de Gobernación, emprendió una reforma política de mayor calado que comenzó por una considerable apertura del régimen de partidos, el registro al antes vedado Partido Comunista y, sobre todo, la designación de un 20% de la cámara por el principio de la proporcionalidad respecto del total de la votación emitida. Posteriormente en 1986 se duplicó este porcentaje hasta el 40, sin desconocer la tendencia a que fuese la proporcionalidad la que determinara la composición del 100% de la cámara. El hecho reconocido es la entonces todavía muy deficiente representatividad.
Esta medida aunada con la que promovió el presidente Zedillo para fincar el financiamiento público a los partidos y otras medidas tendientes a emparejar el piso de la competencia electoral, fueron teniendo resultados afirmativos al momento inmediato de su aplicación electoral. Así fue que en 1997 se logra que la ciudadanía de la Ciudad de México eligiera por vez primera a su Jefe de Gobierno (antes era una dependencia plena del Ejecutivo Federal) y que fuese electo Cuauhtémoc Cárdenas como el primero en ocupar el cargo; igual resultado se observó en la cámara de diputados en la que por primera vez el PRI dejó de ser el partido mayoritario. Imposible negar la importancia de la ciudadanización de la autoridad electoral con aquel IFE presidido por José Wolenberg, que devino en la elección del año 2000 y la salida del PRI de la presidencia de la República. Estos han sido avances afirmativos en el proceso de creación de democracia en el país.
En tal proceso se registraron condiciones que nos acercaron a una mejor democracia y hasta ahí llegó. La incapacidad o la falta de voluntad de Fox para seguir adelante en la transición democrática, dio paso al envilecimiento del sistema: El IFE ciudadano se prostituyó por su composición a base de cuotas entre los principales partidos; el financiamiento degeneró en causa de la lucha interna por la disposición del dinero de las prerrogativas, abandonando la lucha por las ideas y la acción de educación política a que el estatuto obligaba; los diputados plurinominales en vez de ser el reservorio de las mejores cartas parlamentarias de los partidos decayó en el reparto de prebendas entre las facciones en lucha presupuestal dentro de los partidos.
De esta suerte, podemos descalificar hoy y pretender eliminar los avances logrados, en vez de consolidarlos y aplicar los correctivos a su desviación. Reducir los pluris es dar marcha atrás en el proceso de lograr una más real representatividad del mosaico de posturas ideológicas de la sociedad mexicana. En todo caso, un afán de perfeccionar debe atender al sistema completo y dar pasos afirmativos en el proceso trunco de la transición democrática, comenzando por el muy envilecido sistema de partidos vigente.
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